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El misterio del retrato de Velázquez a la Reina de España que desapareció hace un año

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Abc.es 
Todo el mundo está hablando de los retratos que Annie Leibovitz ha realizado al Don Felipe VI y la Doña Letizia, que ya generaron expectación desde el mismo día que se anunciaron en febrero de 2024. Ahora que se han hecho públicos, ha sorprendido lo espectacular que lucen los Reyes de España a los ojos de la célebre fotógrafa y, sobre todo, los mensajes ocultos que según los expertos esconden las imágenes: la ausencia de corona en la monarca, el significado de las joyas pertenecientes a la esposa de Alfonso XIII, el vestido de Cristóbal Balenciaga de 1948 o el guiño del chal rojo, entre otros detalles. Todo eso han dado de sí unas instantáneas para las que se necesitaron seis horas de intenso trabajo . Ahora, sin embargo, queremos recordar otro retrato real, mucho más antiguo, que hace solo un año generó también una gran expectación y cuyo paradero, además, se convirtió en un misterio que el mundo del arte todavía no ha conseguido desentrañar: el realizado por Velázquez a la Reina Isabel de Borbón , en el siglo XVII. Fue a finales de noviembre de 2023 cuando la sala Sotheby's anunció en un comunicado que, en febrero de este año, iba a sacar a subasta, en su sede de Nueva York, dicha obra en la que la Reina de España, esposa de Felipe IV, aparecía de cuerpo entero. Según anunciaba la casa, se preveía que el lienzo alcanzase los 35 millones de dólares, superando el récord que había marcado el artista 17 años antes: 16,9 millones de dólares por 'Santa Rufina', vendida en Sotheby's Londres. La última vez que un retrato de esta calidad de Velázquez salió a subasta fue en 1970, cuando el 'Juan de Pareja' se vendió por 2,3 millones de libras. Estábamos, por lo tanto, ante un acontecimiento histórico desde el punto de vista del mercado del arte. Sin embargo, pocas semanas después aparecía en la web de Sotheby's: «Cerrada la oferta». Fue toda una sorpresa para los interesados en adquirirla y para los medios de comunicación como ABC, que se hicieron eco de este giro de los acontecimiento. No se adjuntaba ninguna explicación. El cuadro simplemente se retiró de la subasta y punto. Se especuló con que el propietario del retrato había recibido una oferta mejor, quizás de algún museo prestigioso de Estados Unidos. Las miradas se pusieron en el Metropolitan, que ya contaba en su colección con el retrato de Juan de Pareja, pero nunca se confirmó. A día de hoy, nadie sabe dónde encuentra esta obra de uno de los pintores más importantes de la historia de España. El misterio, sin embargo, no acaba ahí, pues esta pieza salió de España en circunstancias que todavía hoy se desconocen durante la Guerra de Independencia , iniciando un periplo que, a lo largo del siglo XIX, la llevó de Madrid a París, al sur del Reino Unido y a Nápoles, hasta que acabó en la sede neoyorquina de Sotheby´s. El comienzo de su viaje secreto se remonta a uno de los salones donde estuvo colgado en el Casón del Buen Retiro, construido por el Conde Duque de Olivares como residencia de Felipe IV. No se sabe exactamente cuándo aterrizó allí, pero se sabe que compartía espacio con otras obras importantes. Todo cambió sin embargo, cuando estalló la guerra en 1808. Napoleón había engañado al primer ministro Manuel Godoy para que firmara el Tratado de Fontainebleau. El emperador francés obtuvo así el permiso de Fernando VII para atravesar España, con más de 110.000 soldados, para conquistar Portugal…. o eso dijo, porque todo fue un engaño. A su paso por la península, el Ejército de Bonaparte fue conquistando casi todas las ciudades españolas que encontró a su paso. Cuando el 24 de marzo de 1808 Fernando VII hizo su entrada en la capital por la Puerta de Atocha, aclamado por su pueblo, el cuñado de Napoleón, el famoso general Joaquín Murat, se apostaba en Chamartín, donde establecieron un cuartel general con veinticinco mil hombres y un objetivo en la sombra: conquistar España y hacerse con una buena parte de su patrimonio. Entre otras muchas cosas, el retrato de la Reina Isabel de Borbón que hizo Velázquez y que se encontraba en el Casón del Buen Retiro, junto a la ciudad que los franceses construyeron para albergar a sus tropas . En realidad, se desconoce el momento exacto en el que la obra salió de este palacio camino a Francia. Hay varias teorías, pero ninguna está confirmada porque no existen documentos que lo acrediten. Muchos cuadros cambiaron de ubicación y de dueño en aquellos seis trágicos años de muerte y expolio . Uno de los ejemplos más famosos son las 50 obras que José Bonaparte robó para el Museo Bonaparte, el conocido como «equipaje del Rey José», que fue interceptado por el duque de Wellington. Aunque se da por hecho que así fue, no se sabe a ciencia cierta si el citado retrato estaba entre ese tesoro, que acabó en Gran Bretaña con el permiso de Fernando VII. «El Rey de España no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables», decía la carta enviada por la Familia Real al duque de Wellington, aliado contra los franceses. Muchas de estas obras se exponen desde hace años en el Wellington Museum de la Apsley House de Londres, pero el retrato de la Reina Isabel no está allí. Otra posibilidad es que la famosa obra de Velázquez fuera víctima del pillaje de los invasores franceses. Como explicaba el historiador José Manuel Guerrero en su artículo 'El ejército francés en Madrid', publicado en la 'Revista de Historia Militar' en 2004: «Nos cuesta mucho trabajo creer que los propósitos de los franceses no fueran evidentes ante los ojos de nuestros conciudadanos. Los testigos de aquella situación nos hablan insistentemente del malestar creciente de la población madrileña. ¿Qué hacer? Porque los franceses tenían en Madrid y sus alrededores a 25.000 hombres ocupando el Retiro con numerosa Artillería». La capital era ya una ciudad completamente tomada el célebre 2 de mayo de 1808, cuando Madrid saltó por los aires y dio comienzo la Guerra de Independencia. «No se oían más voces que ¡armas, armas, armas! Los que no vociferaban en las calles, vociferaban en los balcones. Y si un momento antes la mitad de los madrileños eran simplemente curiosos, después de la aparición de la artillería todos fueron actores», contaba Benito Pérez Galdós en sus 'Episodios nacionales'. El pueblo español no tardó en levantarse. El Gobierno llamó a filas a sus ciudadanos y consiguieron reunir a 30.000 hombres, la gran mayoría de ellos milicianos sin ninguna experiencia en combate. Todo se convirtió en un caos y muchos generales y soldados de Napoleón comenzaron a trapichear con todo aquello susceptible de tener un valor, aunque algunos historiadores del arte también dicen que, durante esos años, camparon a sus anchas por el país muchos marchantes de arte en busca de gangas. El caso es que el cuadro desapareció y ya no se supo nada de él hasta que apareció en la inauguración de la Galería Española del Rey Luis Felipe I en el Museo del Louvre, el 7 de enero de 1838. Los parisinos pudieron disfrutar de una muestra de más de 400 obras de artistas españoles que pertenecían al monarca. Entre ellas, el retrato de Doña Isabel pintado por Velázquez. Una década después, en 1848, durante la Segunda República de Francia, muchas de aquellas piezas viajan a Gran Bretaña. En 1853 se produjo allí una importante subasta y el cuadro pasa a manos privadas por primera vez. El banquero y coleccionista británico Henry Huth compró el lote 249, que estuvo en manos de su familia hasta 1950, cuando sus herederos lo vendieron y en 1978 es adquirido por los Wildenstein, actuales propietarios. Se trata de una la familia de marchantes judíos que iniciaron sus actividades en el arte en el siglo XIX y, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron señalados como colaboradores de un coleccionista nazi que vendía obras de arte robadas a los inocentes que acababan en la cámara de gas. Hasta que desapareciera de nuevo el año pasado, el retrato fue prestado a varias exposiciones. En todo este tiempo, sin embargo, ni el Museo del Prado ni el Ministerio de Cultura han intentado reclamarlo, bajo el pretexto de que fue expoliado antes del siglo XX y la normativa impide reclamarlo. A día de hoy, el cuadro de Velázquez vuelve a estar en paradero desconocido.



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