La tradicional venta de dulces elaborados por las monjas de conventos de clausura de la provincia sevillana cumple cuarenta años llenando el Real Alcázar. Una celebración que ha coincidido con el II Congreso de Hermandades y Piedad Popular, que ha hecho que este año un invitado muy especial sea quien esté a cargo de bendecir los pasteles, polvorones, turrones y todo tipo de productos artesanos que las hermanas preparan para sustentarse económicamente. En la mañana de este miércoles, todo estaba listo para la llegada de la comitiva encabezada por monseñor Edgar Peña, sustituto de los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y enviado especial del Papa para la misión pontificia, que además entregaba el pasado martes la Rosa de Oro que concede el Santo Padre a la Virgen de la Esperanza Macarena. El vicario episcopal para la vida consagrada, José Ángel Martín Domínguez, ha sido el primero en tomar la palabra agradeciendo «el milagro de la Navidad» que hace posible la venta de los dulces para ayudar a los veinte conventos que exponen sus dulces en el Alcázar, de los treinta y cuatro que hay en la provincia sevillana. Le ha seguido el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, quien ha recalcado lo «especial» de este cuadragésimo aniversario y quien ha querido dejar la labor de la bendición de los dulces a don Edgar Peña. En su intervención previa a la consagración, declaraba el cariño especial que siempre ha sentido por las religiosas y consagradas «que viven en el mundo de Dios, en la oración». Ha hecho referencia al texto leído en la entrega de la Rosa de Oro, las Bodas de Caná, donde la virgen María intercedió para que los asistentes pudieran disfrutar del vino. Un acto que comparaba con el trabajo de las monjas que mediante su « ora et labora « interceden como María por el mundo y por el que ha agradecido la ayuda que las mujeres presentes este miércoles en el Alcázar, »las más jóvenes« como declaraba el enviado especial del Papa entre risas, prestan a las hermanas. Antes de pasar a la oración les ha deseado en su nombre, del arzobispo, del nuncio, vicarios y resto de acompañantes una feliz Navidad. Tras bendecir a las voluntarias y los dulces, incluidos los que los asistentes a la preventa celebrada el pasado martes ya han podido degustar, se ha procedido a la entrega de una figura de la Inmaculada a algunas de las voluntarias que promovieron la exposición de los dulces hace cuarenta años, visiblemente emocionadas por el reconocimiento. Al finalizar, las puerta del Real Alcázar se han abierto al público que esperaba pacientemente afuera a hacerse con los dulces.