Los motores de la UE, con gripe
El funcionamiento de la Unión Europea durante las tres últimas décadas se asemeja al de un coche con dos motores. En este caso se trata de Francia y Alemania, o del eje franco alemán, al que en determinados momentos prestaban apoyo otros Estados miembros. Con Felipe González, España logró incorporarse al mismo, creándose así el eje Bonn-Berlín, París y Madrid. Pues bien, ahora los dos motores están gripados. Este es el contexto en el que ha comenzado su andadura la nueva Comisión Europea o Von der Leyen II. En París, al margen de lo sucedido ayer con el Gobierno, la realidad es que el poder de Macron se tambalea, en medio del bocadillo formado, muy a su pesar, por los grupos más a la izquierda, con Mélenchon como uno de los protagonistas, y los de la extrema derecha, con Le Pen al frente. Mientras tanto, en Alemania, las cosas no pintan bien para el actual canciller de cara a las elecciones que tendrán lugar el próximo mes de febrero, ya que todo apunta a una victoria de los conservadores, aunque quizás deba reeditarse una gran coalición de estos últimos con los socialistas. En resumidas cuentas, que los galos y los teutones no están como para tirar del carro y ejercer de motores.
Así es como andan las cosas ahora mismo, mientras la nueva Comisión Europea comienza a dar sus primeros pasos con un objetivo fundamental en el plano económico: aumentar la competitividad de la UE y de sus Estados miembros en tres ámbitos fundamentales. Se trata del industrial, en el que hemos perdido el tren durante los últimos años; el agrario y alimentario para mantener nuestro nivel de autoabastecimiento y el que podría denominarse digital o de las nuevas tecnologías. Los enemigos a batir son Estados Unidos, China y también la India, país al que no se puede olvidar en el contexto mundial. Y, para ser más competitivos, hace falta, por ejemplo, energía más barata. Y en esta falta de competitividad europea, España se lleva la palma por el elevado coste de la energía y por los costes laborales y fiscales que no dejan de aumentar, gracias a la gestión de los sucesivos gobiernos formados por el marido de Begoña.