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Miriam Ruiz Salmerón: "El caso de los hijos de Juana Rivas y el mío son ejemplos de cómo la Justicia abandona a los menores"

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"Me siento profundamente identificada con la situación de estos hermanos", asegura en este texto la hija de María Salmerón, que reflexiona sobre la desprotección que sufrió: "Cuando era niña, nunca se consideraron mis deseos ni mis sentimientos".

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La infancia es considerada la etapa más vulnerable de la vida, un período en el que los derechos de los menores deben garantizarse para que puedan crecer en un entorno de amor y protección. En contextos de violencia de género, los menores quedan atrapados entre la vulnerabilidad y un sistema judicial que, en lugar de protegerlos, a menudo los invisibiliza y utiliza como piezas en batallas legales, desatendiendo sus derechos más fundamentales.

A pesar de los esfuerzos internacionales para garantizar la protección infantil, como los principios establecidos por UNICEF, muchos niños siguen viviendo en circunstancias en las que su seguridad y bienestar quedan desatendidos. El caso de Gabriel y Daniel, hijos de Juana Rivas, y el mío propio, son ejemplos dolorosos de cómo el sistema judicial, en lugar de proteger a los menores, acaba sometiéndoles a la injusticia y abandono aun cuando el peligro es evidente.

Un sistema judicial que no nos protege

Dados los recientes hechos del caso de Juana Rivas, donde la Fiscalía italiana ha presentado un escrito de procesamiento contra su ex pareja por maltrato a sus hijos, resulta preocupante que el menor de ellos continúe bajo la custodia de su presunto agresor. Esto pone en evidencia una cruda realidad: en la mayoría de procesos judiciales, los derechos de los menores son relegados a un segundo plano frente al derecho de los progenitores a ejercer potestad, incluidos aquellos que han sido condenados por violencia.

Mi progenitor fue condenado a un año y nueve meses de prisión por maltrato hacia mi madre. Pese a mis constantes ruegos de no querer verlo, las visitas fueron impuestas de manera regular. Ignorando su condena, le fue entregada mi custodia cuando tenía solo 9 años. Viví con él casi dos, pero lo peor estaba por llegar

Me siento profundamente identificada con la situación de estos hermanos, en la que el sistema judicial, lejos de protegernos, ha contribuido a nuestro sufrimiento. Mi progenitor fue condenado a un año y nueve meses de prisión por maltrato hacia mi madre. Pese a mis constantes ruegos de no querer verlo, las visitas fueron impuestas de manera regular. Ignorando su condena, le fue entregada mi custodia cuando tenía solo 9 años. Viví con él casi dos, pero lo peor estaba por llegar. A raíz de mi negativa a cumplir con el régimen de visitas, mi madre fue condenada en hasta cuatro ocasiones por desobediencia judicial. Aunque fue indultada en tres de ellas, la exministra de Justicia Pilar Llop decidió no conceder el cuarto y último indulto. Mi madre, María Salmerón, tuvo que ingresar en un centro penitenciario de reinserción a los 58 años, situación similar a la que vivió Juana, la madre de Gabriel y Daniel.

Las estadísticas y estudios sobre violencia de género y su impacto en los menores dejan claro que los niños son víctimas invisibles. Según el Ministerio de Sanidad de España, el 79,7% de los menores que viven en un entorno de violencia de género sufren maltrato psicológico, mientras que el 99,4% presenta alteraciones emocionales y psicológicas. Sin embargo, menos del 15% de los casos de violencia de género terminan con la suspensión del régimen de visitas al progenitor maltratador. Esta deficiencia en la respuesta judicial es alarmante. Los tribunales no están conectando adecuadamente la violencia de género con el daño que causa a los menores, lo que perpetúa un ciclo de sufrimiento.

La importancia de escuchar a los niños y niñas

La Convención sobre los Derechos del Niño, en su artículo 12, establece que el Estado debe garantizar que todos los niños, niñas y adolescentes tengan el derecho de expresar libremente su opinión sobre los asuntos que les afectan. Este principio, que debería ser prioritario en todos los casos judiciales, lo ha aplicado con rigor la jueza Isabel Giménez. Aplaudo a esta magistrada pionera, galardonada recientemente con el premio Menina Justicia Feminista, que es conocida por su enfoque humanizado y empático en casos de violencia de género, dándole voz a los menores y explicando sus decisiones en un lenguaje comprensible para ellos.

La situación de los menores en casos de violencia de género no puede seguir siendo ignorada. La persistente interpretación errónea de conceptos clave como el "interés superior del menor" prioriza el derecho del maltratador a seguir manteniendo un vínculo con sus hijos, sin tener en cuenta los derechos fundamentales de los niños a tener una infancia segura

Cuando era niña, nunca se consideraron mis deseos ni mis sentimientos. Los informes psicológicos en los que se relataba mi angustia, mis miedos y mi sufrimiento emocional fueron ignorados por los jueces. “Ante el deterioro de esta situación, Miriam se ha ido distanciando emocionalmente de su padre. Cuando se le pregunta por qué no ha hablado con él o lo ha manifestado al personal técnico, Miriam declara que teme que se lo digan a su padre, ya que luego ‘me va a echar una bronca’”. Este tipo de respuestas es común entre los niños que viven bajo el control de un maltratador, pero, a pesar de ello, no se toman las medidas necesarias para garantizar su bienestar. Por eso, testimonios como el reciente de Gabriel Rivas son fundamentales, dándole voz a su hermano Daniel quien vive a diario el infierno por el que él mismo ha pasado.

La situación de los menores en casos de violencia de género no puede seguir siendo ignorada. La persistente interpretación errónea de conceptos clave como el “interés superior del menor” prioriza el derecho del maltratador a seguir manteniendo un vínculo con sus hijos, sin tener en cuenta los derechos fundamentales de los niños a tener una infancia segura. Necesitamos un cambio en la mentalidad de los jueces para que se apliquen efectivamente las leyes ya existentes que nos protegen de la violencia vicaria, una violencia que ha alcanzado su pico más alto con 62 niños y niñas asesinados desde 2013 a manos de sus padres o las parejas de sus madres, con el único fin de causarles dolor. Es hora de que se escuchen las voces de los niños y se les brinde la oportunidad de vivir sin miedo.

Miriam Ruiz Salmerón es graduada en Periodismo, con TFG 'Violencia vicaria: el menor como el arma más poderosa de un maltratador' (matrícula de honor)




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