Éfeso, piedras milenarias que cuentan historias
He viajado en numerosas ocasiones a
Turquía. Estambul, la costa del mar Negro, Ankara, Capadocia, Bodrum, etc. han
sido a lo largo de estos años algunos de mis destinos.
Sin embargo, siempre anhelé conocer
Éfeso. Creo que a todos los que nos gusta la historia, ver “in situ” estas
ruinas (declaradas en el año 2015 por la UNESCO Patrimonio Mundial de la
Humanidad) es uno de esos sueños que siempre quieres que se cumplan.
Fue a mediados de este año cuando, por
fin, pude conocer este famoso yacimiento arqueológico, posiblemente el más
importante del país.
No deseo, en estos párrafos, ir
relatando la historia y los monumentos que el viajero puede encontrarse. Hay
sobre ello numerosas guías viajeras, algunas muy buenas.
Lo que pretendo es plasmar algunos
datos que permiten hacernos una idea de la importancia de que tuvo Éfeso, razón
por la que fue tan deseada y codiciada, a lo largo de los siglos, por tantas
civilizaciones.
Por citar algunos datos ilustrativos,
aquí se encontraba el famoso templo de Artemisa (considerado una de las Siete
Maravillas del Mundo Antiguo), en su momento contaba con un próspero puerto
marítimo que le permitía -además de la entrada de todo tipo de mercancías de
diferentes partes del mundo conocido- presumir de ser una urbe tremendamente
cosmopolita para la época, su gran teatro llegó a tener una capacidad de 25.000
espectadores, era una de las doce ciudades jónicas fundadas a orillas del Mar
Egeo, se afirma que fue la primera ciudad del mundo en iluminar de noche
algunas de sus principales calles, aquí se encontraba la biblioteca de Celso (por
entonces, una más grandes del mundo, de cuyo edificio aún queda en pie parte de
la fachada) o, según aseguran los historiadores, en su periodo de máximo apogeo
su población superaba con creces los 200.000 habitantes. Éstas son sólo algunas
de las maravillas de esta ciudad greco romana.
Éfeso, conviene recalcarlo, tuvo un
papel crucial para los primeros cristianos. Aquí predicó y vivió durante algún
tiempo San Pablo y fue la sede en el año 431 del Tercer Concilio Ecuménico.
Alejandro Magno, Cicerón, Julio César,
Cleopatra, Trajano o Adriano fueron algunos de los personajes históricos que la visitaron, lo que nos da una idea de la importancia cultural,
económica, social y religiosa de esta entonces ciudad portuaria del mar Egeo.
Así pues, pasear por las ruinas de Éfeso es un viaje al pasado que envuelve al viajero en una fascinante atmosfera.
Aquí las piedras parecen hablarnos, contarnos historias y la mente -de manera inconsciente- se traslada hacia aquellos gloriosos tiempos en la que esta ciudad era una referencia y la envidia de otras urbes.
Dicen, con razón, que un viaje se vive
tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos.
En mi caso, esta frase es perfectamente aplicable. Soñé en varias ocasiones viajar hasta esta parte de Turquía,
disfruté recorriéndola y, por
último, estas líneas no son más que un recuerdo de este fascinante viaje.