En Estonia, la Navidad sabe a mandarina y se vive en los cementerios
Jason Medina Gutiérrez vive desde hace casi 20 años en Estonia, país del norte de Europa en la costa del mar Báltico. Según el costarricense oriundo de Chacarita, Puntarenas, a él las tradiciones navideñas estonias le parecen increíbles y, aunque no cambia las costumbres ticas, ha adquirido el gusto por otras, como por ejemplo, sumergirse en agua helada en Nochebuena, en un sitio donde la temperatura puede llegar a -30 °C.
Para el nacional, casado y con dos hijas, la mayoría de costumbres allí revisten de una calidez insospechada pese al frío en este momento del año.
Comer mandarinas en Navidad es otra tradición muy querida por razones históricas y culturales. “En diciembre, nunca faltan las mandarinas en cada mesa”, afirmó el tico, quién labora como gerente de ventas de una empresa de software.
En junio de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética ocupó Estonia y lo anexó en agosto. En la era soviética, frutas exóticas, como las mandarinas, se consideraban un regalo especial y solo estaban disponibles en temporada navideña.
Por ello, se asociaron con estas celebraciones, pues era uno de los pocos lujos que las familias podía disfrutar durante el inclemente invierno.
Poco a poco, las mandarinas simbolizaron el sentimiento de abundancia y festividad de diciembre porque, para muchas personas, evocaban recuerdos de las Navidades de la infancia, cuando la fruta era un regalo raro y preciado. Según el tico, esta nostalgia mantiene viva esa tradición.
En Estonia, otra costumbre familiar navideña es visitar los cementerios, una de las rutinas de temporada más queridas que refleja el profundo respeto que los estonios sienten por sus antepasados y la importancia de la familia, incluso más allá de la muerte.
Jason Medina Gutiérrez, quien también trabaja como cineasta, contó que los estonios acuden a encender velas en las tumbas de sus seres queridos como una forma de recordarlos y honrarlos.
Además, la Navidad en Estonia coincide con algunos de los días más oscuros del año, cuando las noches pueden extenderse 15 horas. Por ello, encender velas en tumbas simboliza esperanza y el triunfo de la luz sobre la oscuridad, lo que hace que los cementerios se vean iluminados con velas durante esta época.
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Agua helada antes de la cena navideña estonia
La sumersión en agua helada en Nochebuena forma parte de una práctica nacional más amplia de natación en agua fría, también conocida como natación de invierno o jääaugus ujumine.
Si bien no todos los estonios lo hacen, allí tiene un significado cultural y simbólico para quienes sí participan, en particular en diciembre, aun y cuando para personas de otros sitios pueda parecer un acto de penitencia o castigo extremo.
Los estonios, como muchas personas en los países nórdicos y bálticos, valoran los beneficios para la salud de la exposición al frío lanzándose con poca ropa a la nieve o zambulléndose en agua helada en lagos y piscinas para estimular la circulación, mejorar el sistema inmunológico y promover la claridad mental.
Además, explicó el tico, el hábito conecta con la profunda relación de los estonios con la naturaleza, de manera que abrir un orificio en la capa de hielo de un lago, para descender a sus aguas, refuerza este vínculo.
Se acostumbra en Nochebuena para simbolizar un nuevo comienzo o un ritual de limpieza, en línea con el tono reflexivo y espiritual de esa velada.
De hecho, añadió, los estonios son asistentes frecuentes a las saunas, de manera que alternar entre el calor intenso de uno y el chapuzón en agua casi congelada es una tradición querida. En Nochebuena, insistió, esta combinación es muy popular como representación de equilibrio y renovación al cerrar el año.
Cantar, bailar o recitar por un regalo en Estonia
Otra tradición, con menos grado de dificultad y certeza de sobrevivencia, está reservada para los niños y niñas de la casa, pero a veces también participan adultos.
Antes de recibir sus regalos el 25 de diciembre, los más pequeños de la casa deben cantar, bailar, recitar un poema o realizar algún otro acto pequeño para “ganarse” sus obsequios.
En su hogar, con su esposa Elsi y sus hijas Maya Lorena y Mía Melanie, siempre se acostumbra. La familia reside en el municipio de Saku, a unos 23 kilómetros de la capital, Tallin.
La rutina tiene raíces en el folclore antiguo y en la creencia de que el esfuerzo o la creatividad deben preceder a una recompensa para quien demuestra trabajo duro e ingenio.
En Estonia, a los niños se les enseña que Papá Noel (o Jõuluvana) visita tradicionalmente los hogares para repartir regalos en persona; justo como en Costa Rica se informa en muchos hogares que el Niño Dios pasa en Navidad a dejar regalos.
En suelo estonio, sin embargo, esa historia también agrega que, a menudo, Papá Noel ha pedido una canción o una rima antes de del momento de repartir los regalos, lo cual vuelve la experiencia un jolgorio memorable que fomenta la creatividad y confianza de los menores en entorno de familia.