De todo lo malo puede sacarse algo bueno. De una contienda entre paisanos, como fue la Guerra Civil española, quedan restos que ahora, pasados casi noventa años, se pueden visitar sin volver la vista atrás, sin rastro de ira . Porque no son lugares donde se enterró a gente en fosas comunes, sino refugios, parapetos, atalayas. Si nos gustan las fortificaciones árabes, a ver por qué no otras más modernas. Al fin y al cabo, todas cumplieron la misma función . Al fin y al cabo, también, detrás de las atrocidades puede esconderse la belleza. Aunque está claro que las atrocidades no deben repetirse, claro. Así lo ven los muchos visitantes que, sobre todo los fines de semana, visitan las Trincheras del Maúllo, en el Parque Natural de Sierra de Huétor, a menos de media hora en coche de Granada , pero significativamente más arriba. Ya se sabe que los sitios altos siempre han sido los preferidos en las batallas, porque desde allí se divisa mejor el horizonte y se ve con claridad quién viene. Las trincheras en cuestión están en el Cerro de la Fuente Fría, a una altitud de 1.300 metros, dentro del término municipal de Huétor Santillán , y desde allí hay unas vistas impresionantes de todo el Valle del Darro, que llega hasta las faldas de la mismísima Alhambra. Sólo por eso, ya merece la pena ir. Aunque una ruta hasta la capital sólo es aconsejable para los que estén muy hechos a andar. Pero es que, además, si el viajero se ciñe a las trincheras como destino, el camino es fácil. Hay una ruta circular de aproximadamente tres horas de duración y sin más dificultad que la de subir y bajar unas cuestas, con lo que pueden ir personas de todas las edades. Comienza en el centro de visitantes de Puerto Lobo y allí es donde hay que dejar el coche. Se inicia entonces un sendero que baja hasta el Barranco del Maúllo, luego sube hasta dar con un camino que viene desde un carril en Collado de Fuente Fría y, un poco más adelante, hay que desviarse a la derecha y ascender hasta el Cerro de Fuente Fría . Dentro se observará la disposición defensiva que adoptaron las tropas franquistas al inicio de la revuelta fratricida. Los restos de trincheras son bien visibles , como también algunos huecos donde se instalaban los nidos de ametralladoras. Es una especie de decorado de guerra en tiempos de paz, afortunadamente. Lo ideal es darse una vuelta por el laberinto de murallas y no olvidarse de contemplar el panorama desde varias vertientes, porque la visión es prácticamente de 360 grados. Lo de compararla con la muralla china es, obviamente, una exageración. Pero echando a volar la imaginación, el visitante puede sentirse en el país oriental . Queda algo por dilucidar: ¿por qué ese nombre, a qué viene lo del maúllo? Pues maullar es lo que hacen los gatos, como todo el mundo sabe, y en la época de la Guerra Civil había en la zona gatos monteses. Los soldados, sobre todo de noche, recurrían al maullido de esos animales para comunicarse con sus compañeros , para que éstos supieran que estaban bien y dónde se encontraban. A lo mejor habría sido más gramaticalmente correcto hablar de maullido, pero a alguien se le ocurrió lo de maúllo y así se quedó.
