Rogelio Segovia: Humanización de la tecnología
Esta semana abordamos la humanización de la tecnología, el cuarto de los cinco retos que los líderes de Recursos Humanos enfrentarán de cara a este ya muy próximo 2025 (ver columna del 12 de noviembre de 2024 y sucesivas).
Aunque hasta este momento hemos explorado de forma puntual tres de los cinco retos y sus implicaciones, cabe recordar que no se trata de pronósticos, sino de una evolución natural que la gestión de personas demanda en la actualidad.
No está de más subrayar dos “descargos de responsabilidad” que han guiado esta serie de columnas.
Primero, la advertencia del filósofo y semiólogo italiano Umberto Eco sobre las listas: “al hacerlas, seleccionamos qué incluir y qué excluir, distorsionando inevitablemente la realidad”.
Segundo, la lección del Nobel de Economía Daniel Kahneman, quien nos insta a dudar de cualquier predicción, recordando que “las personas que se pasan la vida estudiando un tema en particular hacen predicciones con menos aciertos que los de un mono lanzando dardos”.
Dicho esto, entremos de lleno en el tema de esta semana: la humanización de la tecnología. No es la primera vez que tocamos este punto.
Hace un par de meses, reflexionamos sobre la dignidad humana en tiempos de la inteligencia artificial (15 de octubre de 2024).
En aquella ocasión, examinamos el impacto de la inteligencia artificial (IA) en la sociedad contemporánea, comparándolo con revoluciones tecnológicas previas. Reconocimos preocupaciones legítimas, como el desplazamiento laboral y la automatización de la toma de decisiones.
Sin embargo, también advertimos que, aunque la IA representa una transformación sin precedentes por su capacidad de decisión autónoma, las predicciones catastróficas suelen ser tan exageradas como los temores que surgieron con la aparición de otras innovaciones pasadas.
Nuestra conclusión fue clara: el verdadero reto no es frenar la adopción de la IA, sino asegurar que esta tecnología respete la dignidad humana.
Aprovechar sus beneficios en sectores como la medicina, la educación y la optimización empresarial exige una gestión consciente y estratégica que garantice el bienestar de las personas.
El desafío actual va más allá. Si bien las innovaciones digitales prometen mayor eficiencia y conectividad, crece la preocupación por la pérdida del elemento humano en las interacciones cotidianas.
La humanización de la tecnología surge como una respuesta estratégica a esta inquietud, con el objetivo de equilibrar el progreso tecnológico con las necesidades esencialmente humanas.
Las empresas líderes están adoptando principios de diseño centrado en el usuario (ya sea clientes o empleados), priorizando la intuitividad y la accesibilidad en sus productos y servicios.
Un ejemplo de ello es la incorporación de inteligencia artificial emocional en los sistemas de atención al cliente, que permite interacciones más empáticas y personalizadas, sin sacrificar la eficiencia operativa.
En este proceso de tecnificación y automatización con IA, las consideraciones éticas son ineludibles. La transparencia en el uso de datos personales, el respeto a la privacidad y la prevención de sesgos algorítmicos se han convertido en imperativos no negociables.
Las organizaciones deben establecer marcos éticos sólidos que guíen el desarrollo e implementación de nuevas tecnologías, garantizando que la innovación no comprometa los valores humanos fundamentales.
Recordemos que ya hemos platicado de la necesidad de las empresas de contar con un director de Ética o Chief Ethics Officer (junio 25, 2024).
El horizonte futuro presenta una mezcla de oportunidades y desafíos. La convergencia entre la inteligencia artificial y la comprensión de las emociones humanas abre la posibilidad de crear tecnologías más intuitivas y empáticas.
Pero este avance también plantea preguntas cruciales: ¿cuáles son los límites apropiados para la automatización? ¿Cómo garantizamos la preservación de la autonomía humana frente a la creciente delegación de decisiones a los algoritmos?
Las organizaciones deben comprender que la verdadera innovación no se limita a la mejora de la eficiencia operativa. La verdadera transformación tecnológica también debe enriquecer la experiencia humana.
En un mundo cada vez más digital, la capacidad de mantener y fortalecer conexiones humanas significativas a través de la tecnología se convertirá en un diferenciador clave para el éxito organizacional.
El camino hacia delante exige un equilibrio delicado entre la adopción de nuevas tecnologías y la preservación de los valores humanos fundamentales.
Solo a través de este enfoque integrado podremos construir un futuro digital que no solo sea más eficiente, sino también más humano y sostenible.
No convirtamos el contacto humano en un nuevo lujo.
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx