El Rey apela a la memoria en el Parlamento italiano para no repetir el pasado “ni en caricatura”

Era una ocasión histórica. La oportunidad de intervenir ante el Parlamento italiano reunido en una sesión conjunta es un raro acontecimiento con pocos precedentes: uno del Rey Don Juan Carlos en 1998 y otro del Papa Juan Pablo II en 2002. Un privilegio que las autoridades italianas han considerado conceder al rey Felipe VI en el marco de las excelentes relaciones bilaterales y como agradecimiento al discurso que el presidente de la República, Sergio Mattarella, pudo pronunciar en las Cortes durante su visita a Madrid en 2021.

Una invitación en cualquier caso muy excepcional que el monarca aprovechó para pronunciar en la Cámara de Diputados su discurso más político, en el que hizo un llamamiento en favor de la paz en Ucrania y Oriente Próximo, pidió dar un trato humano a los inmigrantes que llegan a España e Italia a través del Mediterráneo y apeló a la memoria histórica de ambos países para no repetir un pasado “ni siquiera como caricatura”.

“Somos dos países con memoria, con una clara conciencia del pasado en particular del que no puede ni debe repetirse, ni siquiera como caricatura y vemos con lógica inquietud cómo muchos tratados, instituciones y foros multilaterales sufren una erosión acelerada, al tiempo que se cuestiona su eficacia aceptemos que muy mejorable o el sentido mismo de su existencia; un peligroso deslizamiento hacia algo incierto…, y nada luminoso”, advirtió Felipe VI.

El monarca recordó que en un “contexto complejo” como el actual, con conflictos y desigualdades crecientes entre países y regiones, “la paz es frágil, incluso cuando se logra”. Y reivindicó el derecho y la diplomacia para alcanzarla. En este sentido, Don Felipe reflexionó sobre algunos de los conflictos actuales, empezando por Ucrania. “Una agresión no sólo contra el pueblo ucraniano, sino contra el conjunto de la comunidad internacional, en violación flagrante de todo derecho”, denunció, al mismo tiempo que reivindicó la apuesta de España “por una paz justa y duradera”.

Una paz que tampoco termina de llegar a Oriente Próximo, “escenario hoy en día del resurgir de la espiral de violencia que tantas veces, por desgracia, ha protagonizado su historia”. Ante los senadores y diputados italianos, que ocuparon el hemiciclo para escuchar al monarca, Felipe VI condenó la violencia en la región, “que ninguna causa política puede justificar”, e hizo un llamamiento para “alcanzar un alto el fuego definitivo, la liberación de todos los rehenes” secuestrados por Hamas en octubre de 2023 y “el acceso a la ayuda humanitaria” en la franja de Ganza, asediada por las fuerzas israelíes.

“Y cuando llegue el anhelado silencio de las armas, España e Italia seguiremos compartiendo por utópico que parezca la visión de dos Estados, Israel y Palestina, conviviendo uno junto a otro en paz y en seguridad, como la única solución posible que sea durable y justa”, añadió.

Para el monarca, el conflicto en Oriente Próximo confirma la importancia “estratégica” del Mediterráneo, por lo que es imprescindible abordar la gestión de los “flujos migratorios” de manera coordinada para “seguir dando a los inmigrantes el trato digno que se le debe a todo ser humano”. Un asunto que ha enfrentado a los gobiernos de Madrid y Roma, donde la primera ministra, Giorgia Meloni, está tratando de impulsar sin éxito una política de externalización de las fronteras con la apertura de un centro en Albania donde trasladar a los solicitantes de asilo rescatados por barcos italianos en aguas internacionales.

Con la primera ministra, líder del partido Hermanos de Italia, los reyes se reunieron a mediodía justo después de ser recibidos en el Palacio del Quirinal, sede de la Jefatura del Estado, por el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien recordó “la histórica relación entre España e Italia” que en 2025 celebrarán los 160 años desde el establecimiento de las relaciones diplomáticas.

La intensa jornada del primer viaje de Estado en 26 años de los Reyes a Italia concluyó con una visita al alcalde de Roma en el Ayuntamiento de la ciudad y una cena de gala en el Quirinal ofrecida por Mattarella en su honor.