España volverá a poner a prueba en 2030 su capacidad organizativa en un gran evento deportivo, algo que históricamente se le ha dado muy bien a pesar de los tópicos. Prácticamente no hay un evento de carácter internacional que se le haya escapado a un país que conocía los beneficios de ser capital del deporte mucho antes de que lo descubrieran los países árabes. Y aún más si de lo que se habla es de fútbol. España, que en esta ocasión compartirá galones institucionales con Portugal y Marruecos, tiene en el Mundial 82 un buen espejo en el que reconocerse. Más allá del desastre deportivo de la selección, aquella Copa del Mundo sirvió para dar un impulso en infraestructuras. Solo...
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