El Piqué futbolista y el Piqué empresario. El Piqué encantador, que desarma con una sonrisa, y el Piqué arrogante y despreciativo. El Piqué supersexy y el Piqué que hizo llorar a la mamá de sus hijos. El Piqué que negociaba en nombre de la plantilla y el Piqué chivato que traicionaba a sus compañeros sobre todo con Rosell y Bartomeu. Todas estas imágenes, y todos estos sentimientos, configuran su recuerdo. Que se haya jugado su patrimonio, todo a una, en la idea empresarial de revolucionar el mundo del deporte a través del espectáculo merece un respeto. Pocos futbolistas han sido capaces de crear proyectos tan sofisticados y de invertir en ellos buena parte de sus ganancias. Lo que en la...
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