'Queer', de Luca Guadagnino: la ficción enriquecida
Queer es una palabra de muchos significados. Como verbo: confundir, ridiculizar, engañar. Inquietar. Proviene del alemán antiguo twerh, cuya raíz significa torcer. Como adjetivo: raro, extraño, inusual o perverso. Hace ya más de un siglo que se registra como insulto hacia las personas homosexuales, población que a su vez, como parte de la lucha por sus derechos, ha rechazado el carácter despectivo de la palabra y la ha hecho suya. Pero quizá su uso más fascinante sea como sustantivo: fusiona todos sus significados, el desprecio y el orgullo, pero deja de ser una descripción y se convierte en existencia. Uno no es queer, queer es lo que es uno. Como quien es hombre, mujer, humano.Seguramente por todo esto no se tradujo al español el título de Queer, la más reciente película de Luca Guadagnino, así como para no perder la asociación con la novela de William Burroughs en la que está basada.Daniel Craig interpreta a William Lee, un estadunidense que vive en la Ciudad de México de los años cincuenta. Desquehacerado, pasa sus días en bares y restaurantes frecuentados por otros extranjeros, veteranos de la segunda guerra mundial, y por las noches busca encuentros casuales con otros hombres. En una ocasión, mientras camina por las calles, sus ojos se encuentran con el joven Eugene Allerton (Drew Starkey) y, en cámara lenta, Lee se enamora.Poco a poco comienzan a verse. Allerton se siente intrigado por un Lee que dice tener el deber de “conquistar el prejuicio, la ignorancia y el odio con conocimiento, sinceridad y amor”. Seduce y disfruta ser seducido por este hombre tan seguro de sí mismo, pero rechaza sus más vulnerables expresiones de afecto. Aunque le dobla la edad a Allerton, los sentimientos de Lee lo hacen comportarse como un adolescente, y mientras más se esfuerza en impresionarlo más hace el ridículo. Sin embargo, el deseo que siente está lejos de ser inmaduro: es la necesidad que tiene —siendo él profundamente incapaz de comunicarse— de establecer una conexión con alguien. Lee puede proclamar un discurso de orgullo homosexual en medio de un restaurante, mas no se atreve a preguntarle a Allerton si él también es gay. Obsesionado con la telepatía, imagina manos invisibles con las que acaricia el rostro del joven y se infiltra en su cuerpo; Allerton es indiferente ante la presencia de Lee en el cine donde ven Orfeo de Jean Cocteau. View this post on Instagram A post shared by Queer Movie (@queer_movie)
Luca Guadagnino tenía 17 años cuando leyó Queer. Reconocido a lo largo de la última década por películas como Call Me By Your Name (con guion, por cierto, de James Ivory, el director de Maurice, cinta considerada revolucionaria porque en 1987 mostró un amor homosexual con un final feliz y no trágico) o, este mismo año, Challengers, el cineasta es fiel a la trama, esencia y estilo de la novela, al mismo tiempo que se muestra seguro en su capacidad para enriquecerla al transportarla a un lenguaje audiovisual.A lo largo de enérgicos montajes en secuencias oníricas, Guadagnino incorpora el surrealismo y horror corporal que domina desde su remake de Suspiria y que también caracterizan a Naked Lunch, novela posterior a Queer. A la vez, aborda la adicción de Lee a la heroína con un enfoque que alude a Junkie. Resaltando lo enajenante de su dependencia, lo muestra solo en su departamento, preparando e inyectándose la droga, una persistente escena sin cortes en la que Daniel Craig realiza una actuación tan sutil como impactante.Colaborando por segunda vez con el guionista Justin Kuritzkes, Guadagnino extiende la historia usualmente dividida en dos partes, una en la Ciudad de México y otra en un breve viaje por Sudamérica, con un tercer acto que “responde” a la idea de quedó incompleta, crítica que suele hacérsele a la novela. Acompañado por Allerton, Lee lleva al límite su interés por expandir su mente y su deseo de fusionarse con el otro, a pesar de la advertencia de que no encontrará en una droga lo que realmente está buscando.Antes de la aparición de cualquier personaje, la secuencia inicial de créditos introduce una serie de objetos: libros, cigarros, un sombrero, pistolas, mapas de carretera, un pasaporte a nombre de William Lee y un manuscrito, el Queer de Burroughs (“Lee turned his attention to a jewish boy named Carl Steinberg he had known casually for about a year…”, dice el primer enunciado. Es el mismo con el que comienza la novela). De esta manera Guadagnino revela que no estamos presenciando un suceso, sino que alguien está contando una historia. Y no todos los narradores son confiables.“William Lee” es el pseudónimo bajo el que Burroughs publicó Junkie en 1953. Queer, escrita inmediatamente después, no salió sino hasta 1985, cuando este era un anciano. Aunque la creencia popular es que no pudo ser publicada por la censura de su época, fue el propio Burroughs quien decidió darle prioridad a otras novelas y se negó repetidamente, durante décadas, a dejar que saliera a la luz. En el prólogo que acompañó su publicación, el autor dice que su renuencia se debía al dolor que le traía el recuerdo de haber disparado a su esposa Joan Vollmer en la cabeza puesto que fue ese evento lo llevó a escribir el libro. Sin embargo, al hacer una lectura queer (adjetivo) de su recuento de los hechos, la falta de una sola referencia a Adelbert Lewis Marker, novio de Burroughs en quien está basado el personaje de Allerton, podría decir más que aquello que sí verbaliza. Aproximadamente a la mitad de la novela, después de uno de los muchos rechazos de Allerton, Burroughs escribe: “En cualquier relación de amor o amistad, Lee intentaba establecer contacto en el nivel no verbal de la intuición, un intercambio silencioso de pensamientos y sentimientos”.¿Pero es acaso sólo para resaltar el carácter semi autobiográfico de Queer que Guadagnino presenta a William Lee como su narrador? ¿Y quién, qué es William Lee? ¿Un pseudónimo, un alter ego, un recuerdo? “Lo que Lee busca es contacto o reconocimiento, como un fotón que emerge de la neblina de la insustancialidad para dejar una marca en la conciencia de Allerton”, revela Burroughs en retrospectiva.“Al no encontrar un observador adecuado, se ve amenazado por una dolorosa dispersión, como un fotón no observado”.Lee se describe a sí mismo como incorpóreo (y así lo muestra Guadagnino utilizando efectos similares a las sobreimposiciones del Orfeo de Cocteau). Incorpóreo también es su deseo, su amor por Allerton, ¿cómo hacer que no desaparezca aquel momento sincero en el que, acostados, entrelazaron sus piernas? “Lee no sabe que ya está comprometido con la escritura, ya que es la única manera que tiene de dejar un registro indeleble, ya sea que Allerton esté dispuesto a observar o no”, sentencia Burroughs. “Lee se ve inexorablemente presionado hacia el mundo de la ficción”.Para no desaparecer, William Lee tiene que crearse a sí mismo. Una inusual, rara, extraña forma de existencia. En inglés podría decírsele queer.Queer(2024) se encuentra en carteleras de cines mexicanos a partir del viernes 13 de diciembre.AQ