Una cuartilla escrita a mano sobre la mesita del comedor. Con esa caligrafía sísmica pero tranquila, bonita y artesanal, de quien se toma su tiempo en hacerle el caperuzo a la 'l' y le añade un rabillo a las 'o'. Un boli de propaganda al que hay que alentarlo por la punta. Y este sí, y este no. Y este sí, espera, y este no. Parece que está echando la quiniela, como antaño, pero está rellenando otros huecos distintos, confeccionando una lista que le simplifique el trabajo . Já, qué bonito trabajo, piensa. Organización, todo es organización. Se lo dirá, porque también de esto se puede aprender, las lecciones están en cualquier parte, y en el disfrute suelen ser más...
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