La fe se paga o se niega. El precio depende de los países, y de los miserables que puedan eventualmente gobernarlos. Soportar las gracias de sobremesa de meritorios del ingenio ateo no forma parte del precio de la fe. Eso es entretenimiento, y hay que prestarle la misma atención que al ministro de Cultura, un hombre de circo, con aspecto de no haberse cambiado de ropa desde que tomó posesión. Estará esperando a la conquista de Granada . La cara externa de la fe, que es la Iglesia, también hay que pagarla. Y si no, se dedica uno a adorar a Pedro Sánchez, que sale mucho más caro y aprovecha a unos pocos solamente. Aunque la Iglesia católica tiene una...
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