En las últimas décadas se han producido cambios drásticos en la superficie del planeta entre los que se encuentra la ubicuidad y abundancia de desechos plásticos. Al igual que muchos impactos antropogénicos en los sistemas naturales, el de los plásticos es uno que, a pesar del reconocimiento generalizado del problema, sigue creciendo e incluso si se detiene de inmediato, persistirá durante siglos. De lo que comenzó como un problema estético de plásticos que ensucian ciudades, campos, costas y océanos, pronto se sumó el asociado a la asfixia y enredo de la vida silvestre y años más tarde, aumentó con las implicaciones potencialmente dañinas de los microplásticos procedentes de residuos plásticos. Comenzó la fabricación de grandes cantidades de polímeros sintéticos en la segunda mitad del siglo XX. Su producción ha aumentado exponencialmente hasta alcanzar unos 400 millones de toneladas en 2023, de las cuales el 90,5 % son de origen fósil, no renovable, el 9% proceden de plásticos reciclados, química o mecánicamente, y sólo un 0,5% es de origen biológico. Los polímeros se obtienen uniendo cientos o miles de moléculas orgánicas (monómeros), principalmente procedentes de la industria petroquímica, mediante fuertes enlaces químicos covalentes. Con ellos se fabrica una gran variedad de productos caracterizados por su bajo coste, utilidad para muchas aplicaciones, competitividad funcional/económica y, también por su resistencia a degradarse en las condiciones ambientales. Estos materiales poliméricos se utilizan en la mayor parte de las actividades de nuestra vida, alimentación, vestido, vivienda, salud, deporte, ocio, transporte, etc., en las más variadas formas. Aproximadamente el 40% se destina a envases, el 20% a construcción, el 9% a automoción, el 6% a electricidad/electrónica y el 25% restante a otras muchas y variadas aplicaciones. El uso masivo de plásticos lleva asociados efectos negativos para el medioambiente como el consumo de materias primas no renovables (petróleo, gas natural, carbón) y la contaminación derivada de la gestión incorrecta de los residuos plásticos generados o de la liberación de pequeñas partículas. Con demasiada frecuencia muchos productos fabricados con los polímeros terminan, una vez que han perdido el valor para el usuario, en el medio ambiente contaminando los suelos y las aguas superficiales. Las mismas propiedades que hacen que los plásticos sean tan versátiles para los humanos, han creado una amenaza emergente para el medio ambiente, donde los plásticos se acumulan y persisten durante un largo periodo de tiempo. Además de ser una práctica inaceptable para nuestro planeta y para todas sus especies vivas, es un desperdicio de recursos, ya que los plásticos usados son una valiosa materia prima para nuevos materiales. Si se gestionan adecuadamente al final de su vida útil, los residuos plásticos pueden reciclarse, valorizarse en instalaciones apropiadas para obtener materiales y energía o enterrarse en vertederos. En cada una de estas alternativas, los residuos deben ser transformados o contenidos para que el plástico no se libere al medio ambiente. La mayor aportación de plásticos al medio ambiente se produce como consecuencia de una gestión inadecuada de los desechos y de un comportamiento humano irresponsable; por ejemplo, arrojando basura (abandonar los desechos lejos de los puntos de recolección). El reciclado de los residuos plásticos puede aliviar los daños ambientales y ecológicos, pero es un problema complejo. Es necesario disponer de un sistema de recolección, clasificación, trituración y lavado del plástico posconsumo. El producto resultante está constituido por distintos polímeros, polietileno, poliestireno, polipropileno, policloruro de vinilo, poliamidas, poliésteres, etc., que incorporan otros muchos compuestos como monómeros residuales, catalizadores, compuestos auxiliares en la fabricación o aditivos con distintas funciones, plastificantes, pigmentos, modificadores de superficie, retardadores de llama, agentes antimicrobianos y estabilizadores, que aportan más del 6% del peso del producto. Varios tipos de polímeros no pueden volver a fundirse ni despolimerizarse sin sufrir una degradación química significativa. Finalmente, el plástico virgen suele ser más barato y tiene un comportamiento superior al del plástico reciclado, fundiéndolo y moldeándolo nuevamente. Otras alternativas de valorización de los residuos pretenden recuperar componentes petroquímicos mediante métodos químicos, como pirólisis, gasificación, hidrogenolisis, etc. o el aprovechamiento energético de los residuos, mediante incineración, para el suministro de electricidad o calor. El reciclaje químico puede tratar plásticos contaminados o mezclas complejas de plásticos y convertirlos en monómeros u oligómeros de alto valor que pueden usarse como materias primas para producir otros productos químicos. Los plásticos con tamaño inferior a 5 mm (denominados microplásticos) han atraído la atención debido a su pequeño tamaño y toxicidad para los organismos. Los microplásticos, mezcla heterogénea de partículas de distintas formas cuyo tamaño oscila entre nanómetros y 5 mm, constituyen un problema emergente para los ecosistemas y la salud humana. Actualmente, su huella se extiende por todos los compartimentos ambientales, agua, sedimentos, suelo, aire y abiota. Se detectan en el hemisferio sur y en el norte, desde la Antártida hasta el Ártico y desde la cima del Monte Everest hasta la Fosa de las Marianas. Los microplásticos pueden ingresar al medio ambiente tanto desde fuentes primarias como secundarias. Las fuentes primarias están relacionadas principalmente con el uso de productos de cuidado personal y con el tratamiento de productos plásticos en la propia industria. Los microplásticos secundarios se producen en gran medida a partir de la fragmentación, degradación y abrasión de grandes trozos de desechos plásticos. Si nuestras sociedades tienen un modo de vida basado en productos fabricados con plásticos, ¿cómo evitar la liberación de plásticos al medioambiente? El reto debe afrontarse reduciendo la producción de plásticos no biodegradables, mejorando la gestión de los residuos en todos los países y desarrollando tecnologías específicas para reciclar y eliminar los microplásticos.