El "tonteo" del PP con Junts levanta recelos en Madrid y Cataluña
El PP termina el año con sensación de victoria y preparado para dar la batalla en 2025. De pronto, ha logrado dos objetivos en lo que va de 2024: alejarse de Vox y tejer una mayoría alternativa en el Congreso que sirve para debilitar a Pedro Sánchez. Ambos movimientos apuntalan la hoja de ruta de los populares, que pasa por ensanchar sus bases tanto por su derecha como por la izquierda.
Lejos de buscar la mano de Vox, los populares han acabado retando a la formación de Santiago Abascal a que les dejen de apoyar en las comunidades autónomas donde ahora deben aprobarse los Presupuestos autonómicos y estos les abandonaron en julio. La inmigración es la línea roja de Santiago Abascal para apoyar al PP y en Génova avisan de que Feijóo no aceptará sus «chantajes».
«Ya perdimos cinco territorios porque preferimos no someternos a Vox, así que ahora no vamos a cambiar», advierten, en referencia a la exigencia de Abascal de suprimir las partidas de inmigración y rechazar el reparto de menores no acompañados para pactar los presupuestos autonómicos. «No nos podemos mover porque desestabiliza», advierten en el partido.
Esto aboca a prorrogar en Baleares, Castilla y León o Extremadura las cuentas autonómicas o adelantar elecciones autonómicas. No está previsto esto último, pero en el PP creen que, de tener que hacerlo, el partido «podría crecer». «¿A quién penalizaría, al partido que provoca las elecciones y que trata de derribar a una opción de centro derecha en vez de a la izquierda o a nosotros?» sugieren fuentes de Génova. Llaman en el PP a «no equivocarse» de enemigo. «Nosotros trabajamos para reemplazar a Sánchez, y Abascal para sustituir a Feijóo», señalan. La comunicación en estos momentos entre ambos líderes es escasa.
Además, en la secretaría de Organización presumen, cinco meses después de que Vox decidiera romper con el PP, de que detectan incluso un crecimiento en estas comunidades donde Abascal rompió –excepto en la Comunidad Valenciana por la DANA.
El otro objetivo que el PP se había marcado este año era demostrar que no existía una mayoría de la investidura y así visibilizar la debilidad de Pedro Sánchez. Esto lo ha conseguido en la recta final del ejercicio. En el último pleno en el Congreso los populares lograron partir el bloque de los socios y cosechar una «mayoría alternativa» a la que apoyó a Pedro Sánchez para ser investido. El PP logró el pasado jueves asestar un golpe al Gobierno al deshacer su reforma fiscal y conseguir el aval de Junts y del PNV para eliminar el impuesto a las empresas energéticas. Un pacto con el que los populares se demostraron victoriosos. Comenzaron a tejer así una «mayoría alternativa» a la de izquierdas en el Congreso.
«La mayoría de investidura ya no es una mayoría de Gobierno», advierten en el PP. En Moncloa no ven una alianza tangible entre el PP, PNV y Junts, y no creen que, a pesar de la derrota parlamentaria, acaben sus socios habituales sumando sus votos siempre al PP, pero sí que asumen en el Ejecutivo que les costará sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.
Esta pinza, que hasta ahora parecía imposible para el PP por encontrarse Junts, va a ser reeditada en el futuro si existen más coincidencias ideológicas entre ambos partidos. «Vamos a cruzar, aunque sea por el alambre», explican en la dirección del PP, conscientes de lo delicados que son sus pasos. Y es que el diálogo con Junts es un asunto que causa recelos en algunos de los territorios, como en Cataluña o en la propia Comunidad de Madrid, mientras que en otras autonomías, como en Andalucía, se da el visto bueno a pactos puntuales con los independentistas catalanes.
En Génova, de hecho, se reclama «autonomía» a los líderes autonómicos más escépticos con los movimientos de Feijóo, al igual que aseguran ofrecer esta independencia a los territorios para la política autonómica. La intención, aseguran en el partido, es la de «maximizar el desgaste del presidente del Gobierno».
El PP ve a Junts más «coherente» con su programa que al PNV. De hecho, el propio Feijóo ha asumido la imposibilidad de conseguir abrir un diálogo con los nacionalistas vascos.
«Son socios estructurales de Sánchez», señalan. En el PP critican la contradicción del partido vasco en lo relativo a la corrupción que hoy cerca al Gobierno de Pedro Sánchez. «Por menos echaron a Mariano Rajoy», se quejan, al tiempo que auguran que la pasividad al respecto de los nacionalistas vascos les pasará factura de cara a unas próximas elecciones autonómicas.