El documental que muestra la “limpieza étnica” de Israel: “Para mucha gente una vida israelí vale más que una palestina”
Un colectivo palestino-israelí de cuatro periodistas muestra en 'No Other Land' la destrucción de Cisjordania a manos de soldados israelíes. El documental se encuentra entre los finalistas al Oscar
El documental que Netanyahu no quiere que veas y que vincula su corrupción a la masacre en Gaza
Basel Adra entra tarde en la videollamada programada para hablar sobre No Other Land, el sobrecogedor documental que ha rodado junto a Yuval Abraham sobre cómo el ejército israelí ha destruido sin piedad su aldea en Masafer Yatta (Cisjordania) argumentando que es una zona que necesitan para entrenamiento militar. “Está siendo un día duro, ahora os lo contará él”, dice la persona que organiza las entrevistas online con motivo del estreno del documental en Filmin.
A los pocos minutos aparecen en la pantalla Basel Adra y Yuval Abraham, cada uno conectado desde su pantalla. Adra explica que el ejército israelí acaba de tirar abajo la casa de otro de los codirectores del documental (Hamdan Ballal). A pesar de ello acepta continuar con la entrevista. Ambos, Basel y Yuval, ofrecen en No Other Land un retrato a pie de barro de las tareas del ejército para echar abajo cada pueblo palestino. Su cámara capta los derribos, la violencia, la desesperación, los disparos y los arrestos clandestinos. Como lo definió tras ganar el premio del cine europeo al Mejor documental, “una limpieza étnica” que sigue quedando impune.
Se conocieron hace cinco años, y la peculiaridad de su relación es que Basel Adra es palestino mientras que Masafer Yatta es israelí. Su compromiso por la situación de los pueblos palestinos les hizo coincidir documentando todo, y el resultado es el documental más importante y doloroso del año. Uno que confiesan que no sabían cuándo debían terminarlo porque todo sigue igual. “Hoy los colonos han invadido la casa de Hamdan, así que todo esto sigue en marcha. Tuvimos que terminar una película que no tiene final. Cuando las cosas se volvieron tan violentas, de una manera que nunca antes lo habían sido, decidimos que si no actuábamos y no publicábamos la película, la mayoría de los pueblos ya estarían destruidos por el ejército y los colonos cuando lo hiciéramos”, cuenta Adra.
Aunque No Other Land también muestre la amistad entre ambos, un palestino y un israelí, Basel Adra pide que la gente no se confunda, porque lo que quieren mostrar es “la realidad”. “No es el objetivo mostrarle a la gente que podemos ser amigos. Queríamos enseñar cómo es la vida para un palestino y un israelí que vive en esta tierra. Enseñárselo especialmente a aquellos que niegan que ocurran este tipo de cosas que pueden ver con sus propios ojos en No Other Land. Cualquier israelí puede viajar, ir y venir y conducir por donde quiera, pero yo no puedo hacerlo debido a las políticas y las leyes que se nos imponen aquí como palestinos”, dice Basel Adra.
Para Yuval Abraham fue fundamental aprender árabe, fue lo que le permitió “hablar directamente con la gente palestina y hay mucha diferencia en aprender sobre Palestina a través de ellos en vez de través de intermediarios”. “En los medios tradicionales de Israel solo se muestra a los palestinos como una amenaza a la seguridad. Cuando hablas árabe, y no lo usas solo para espiarlos o interrogarlos, que es para lo que lo usan la mayoría de israelís que lo hablan, hay un gran cambio porque hablas con las personas que no te muestran las noticias y te das cuenta de lo similares que somos todos. El idioma para mí fue un cambio político que me hizo mucho más crítico con lo que estaba sucediendo”, explica.
En el documental se le ve intentando romper los prejuicios de los israelíes en los medios, explicando lo que está ocurriendo aunque nada cambie. Siendo testigo de la impunidad de su país. Una impunidad que considera que está provocada por dos motivos: “Los intereses geopolíticos de EEUU en la región y la forma en que ven a Israel como un actor clave en el ejercicio de su influencia en su lucha contra Rusia y China. Además están los diferentes lobbies, que están ejerciendo mucha presión en EEUU. Los políticos saben que si adoptan un tipo diferente de postura, pagarán un precio políticamente. A eso hay que sumar el racismo. Creo que no se puede negar que para muchas personas las vidas palestinas no valen tanto como las vidas israelíes”.
La ocupación ilegal debería terminar si los países que apoyan a Israel con armas y dinero, tomaran medidos para aplicar la sentencia del CIJ y lograr el alto el fuego y el fin del genocidio,
Ese racismo cree que es evidente cuando se analiza la diferencia entre “las muestras de solidaridad que, con razón, el mundo expresó hacia Israel tras los ataques del 7 de octubre, y las que han mostrado después con Palestina, donde el número de niños y civiles muertos desde el 7 de octubre es mucho mayor”. “Es horrible y es un crimen, pero ves el racismo en cómo para muchas personas es más fácil empatizar con gente que consideran parte de la comunidad occidental que con personas que de alguna manera consideran menos humanas, ya que les resulta más fácil aceptar sus muertes”, zanja y apunta a otro problema, “la falta de oposición a Netanyahu en cuanto a políticas hacia Palestina se refiere”. Por ello cree que “no hay esperanza de cambio”, más buen “un consenso político de que la ocupación continuará”.
No Other Land recorre muchos años en la ocupación israelí en esta aldea. Entre todos los momentos destaca la visita de Tony Blair cuando era primer ministro británico. Los cineastas muestran que cuando la comunidad internacional actúa puede haber cambios. Por eso los cineastas creen que “la ocupación ilegal, como dictaminó el Tribunal Internacional de Justicia, debería terminar si los países que apoyan a Israel con armas y dinero tomaran medidas para aplicar esta sentencia y lograr el alto el fuego y el fin del genocidio, pero desafortunadamente no lo hacen”.
Para ellos las redes sociales se han convertido en una herramienta fundamental para “ayudar a la narrativa palestina”, llegando a ser algo parecido a “un medio de comunicación para los palestinos con el resto del mundo”. “Siempre se han contado las cosas de forma tendenciosa, especialmente por parte de los principales medios occidentales. Las redes sociales han hecho que muchas de las pruebas y los crímenes que se cometen se filmen y se compartan. No sé cuánto ha ayudado, pero al menos para la opinión mundial sí que lo ha hecho, aunque no se tomen medidas para detener los crímenes que realmente se están cometiendo contra los palestinos”, añade Basel Adra.
El documental acaba de pasar el primer corte para llegar a los Oscar, triunfó como mejor documental en la Berlinale y ha ganado numerosos premios de la crítica de EEUU. Sin embargo, poca alegría traen los premios cuando tienen que “lidiar con la realidad, con ver cómo los colonos se están expandiendo” en sus tierras tal como muestra su filme. Espera que su filme llame a la gente “a la unión y la lucha”, pero no esconden su tristeza en unos momentos que consideran “muy duros” y ante los que tratan de buscar “algo de esperanza para creer en el cambio”.