La sede de Vocento-ABC acogió, el lunes 9 de diciembre, una nueva edición de los foros ABC Natural, en este caso bajo el título 'Economía Circular: De residuo a recurso'. Una cita, con dos mesas redondas, moderadas por Charo Barroso, coordinadora de ABC Natural, en las que se abordó la importancia de una mayor (y mejor) implementación de la economía circular para un replanteamiento, una nueva era, en la gestión de los residuos, más aún cuando el 1 de enero entrarán en vigor nuevas obligaciones en la gestión y etiquetado de envases, que afectará a todo el ciclo de vida de estos elementos tan presentes en nuestra vida diaria. En la primera mesa participaron Julio López Rubio, gerente de Relaciones Institucionales de Ecoembes; Isabel Goyena, directora de Envalora; Isabel Rivadulla, directora de Comunicación y Marketing de Signus (Sistema Integrado de Gestión de Neumáticos Usados) e Isabel Castillo, gerente de Aevae (Asociación Española para la Valorización de Envases). Representantes de la figura del Scrap (Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor), que ayuda los productores (responsables de los residuos que generan, desde su puesta en el mercado hasta el fin de su vida útil) a lo largo de toda la cadena de valor del producto. Todos los participantes coincidieron en la importancia de una correcta asesoría y de su seguimiento, en tiempos, como señaló López Rubio, «del tsunami normativo (incluso de ciclogénesis), en un entorno en el que ya hay una comisaria europea para la economía circular y en el que los scrap participamos en un sistema de competencia, también de colaboración, para acompañar a las empresas en este nuevo desarrollo legislativo». Una actividad para garantizar la trazabilidad de todo el proceso, para todo tipo de empresas y sectores, para caminar en una ruta de transformación ecológica, de desarrollo económico y, por lo tanto, de desarrollo social. En el caso de Goyena, destacó cómo este tsunami generará (de hecho, ya genera, todo tipo de dudas) y cómo «los scrap facilitaremos el desarrollo de modelos con seguridad jurídica, así como el apoyo, además, en aspectos como la trazabilidad de los datos, o en la gestión de nuevas herramientas informáticas, con auténticos desafíos, como en los casos de las pymes o en sectores económicos como el de la construcción». Otro sector complejo fue el representado por Castillo, el agrícola y ganadero, «que ha evolucionado mucho, pero en el queda aún por hacer y por aprender cómo separar correctamente componentes peligrosos, innovar en logística, crear más puntos de recogida y también itinerantes, etc.». La representante de Aevae coincidió en la importancia de una adecuada información y comunicación como base esencial del proceso, y en la reinterpretación del lema «quien contamina, paga», ya un clásico en la reglamentación europea, que adquiere un nuevo significado bajo el prisma de la responsabilidad ampliada del productor. Rivadulla incidió en el papel de la innovación (en el que todos coincidieron) y en las particularidades del trabajo de Signus: «Dedicamos muchos recursos a la innovación poniendo en marcha proyectos para dar una segunda vida al neumático al final de su vida útil y convertir un residuo en recurso». Hasta ahora las principales aplicaciones del caucho procedente del reciclaje de neumáticos se han centrado en su aplicación en suelos de seguridad para parques infantiles, rellenos de campos de fútbol o carreteras. Pero Rivadulla adelantó que se está trabajando en proyectos para su aprovechamiento en sectores como el textil y la construcción. En la segunda mesa participaron Laura Sanz de Siria, coordinadora general de Implica; Esther Colino, directora de Empresas y Asuntos Públicos de ProCircular y Sandra Anguiano, directora de Asuntos Públicos de Ecovidrio. «En estos momentos previos a la entrada en vigor de las nuevas obligaciones legales (comentó Sanz de Siria), los scraps estamos afrontando tareas más propias de la administración pública, como en el caso de la información (y formación) a empresas, con el desafío de cumplir con la trazabilidad sin incrementar costes… una labor necesaria, ya que percibimos cómo la mayoría de empresas necesita de esta ayuda». Hay trabajo por hacer, como apuntó Colino: «En la actualidad, hay unas 36.000 empresas en el Registro de Productores, una cantidad claramente insuficiente -la cifra total debería llegar a 180.000-. Por ello, la labor de información de los scraps es tan relevante, como un servicio de alcance nacional en el que hay que explicar bien una (compleja) legislación a las empresas, y en el que debemos contribuir a simplificar en lo posible todo el proceso». En este entorno de imprescindible colaboración público-privada, Anguiano señaló, en su ámbito de actuación «la importancia del sector de la hostelería (un 50% del recurso a envases de un solo uso), parte de un compromiso social en el que la corresponsabilidad (desde administraciones públicas a empresas) es fundamental. Y en el que la simplificación de las tareas burocráticas y aplicaciones tecnológicas, como las propias de la inteligencia artificial, también lo serán». Un escenario de innovación en su más amplio sentido (para actuar ya y predecir próximas acciones) y, en todo caso, de responsabilidad social para propiciar un planeta más sostenible.