Bayrou intenta ganar el apoyo de los socialistas al nuevo gobierno francés
El primer ministro francés, François Bayrou, pisa el acelerador y multiplica los contactos este fin de semana con las diferentes formaciones políticas de Francia, a excepción del Reagrupamiento Nacional de Le Pen y La Francia Insumisa de Mélenchon, con la intención de acordar un gobierno “antes de Navidad” según dijo el pasado jueves el primer ministro francés. La idea base de Bayrou pasaba por una arquitectura del consejo de ministros basado en tres tercios: un tercio llegado de la derecha republicana, otro del centro de Macron y otro de la izquierda no insumisa. Pero los últimos contactos que ha establecido el nuevo inquilino de Matignon no terminan de cerrarse y el margen ya es estrecho.
La decisión de participar o no en el gobierno por parte del partido socialista está en el aire, y ésa podría ser una de las claves para blindar al Ejecutivo de Bayrou ante una eventual moción de censura. El secretario general del PS, Olivier Faure, señaló el jueves tras su encuentro con Bayrou que “no habían encontrado razones para no censurar” y que le había sorprendido “la pobreza” de la propuesta del nuevo primer ministro. Hay un compromiso de Bayrou que parece clave para desatascar las negociaciones. Bayoru se comprometió con el resto de formaciones a no utilizar el artículo 49.3 de la Constitución (el famoso decretazo en Francia) salvo “si hay un bloqueo absoluto con el presupuesto 2025”, primer tema urgente que espera al nuevo gobierno.
A las formaciones de izquierda no les ha gustado que Bayrou pretenda reservarse esa carta. La otra concesión para entrar en el gobierno sería la suspensión para la renegociación de algunos puntos de la controvertida reforma de las pensiones de Macron que incendió las calles de Francia en 2023. Faure habla de una “pequeña pero insuficiente apertura” por parte de Bayrou.
Por su parte el líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, excluido de las negociaciones en Matignon, amenaza con plantar ya una moción de censura desde el próximo 16 de enero y avisa a Bayrou de que “no terminará el invierno” siguiendo los mismos pasos que su antecesor en el cargo, Michel Barnier, que apenas completó tres meses en el ejecutivo más corto de la V República. La situación de turbulencias políticas que vive el país permiten situaciones tan sintomáticas como la de amenazar con censura a un gobierno que aún no ha sido presentado.
Más fáciles deberían estar las cosas para que Los Republicanos siguiesen en el gobierno. Laurent Wauquiez, el presidente del grupo en la Asamblea Nacional, pidió el jueves a los representantes de los otros grupos políticos “un compromiso de estabilidad de seis meses” para el futuro Gobierno. Es decir, que no haya moción de censura en ese periodo. Y a partir de entonces, ya en verano, la Constitución permitiría recurrir a esa vía si la parálisis persistiera.
El otro punto que torpedea las negociaciones está precisamente en una figura de la derecha, la del ministro del interior, Bruno Retailleau. Bayrou quiere que siga en el gobierno ya que “muestra decisiones que responden a una parte de lo que pide la opinión” pero, su presencia en el nuevo Ejecutivo es otra línea roja para socialistas y ecologistas.
Los inicios de Bayrou, ya de por sí complicados, han estado salpicados por un puñado de polémicas. A principios de semana, recién estrenado en el puesto, representantes del macronismo y de la oposición le reprocharon no haber asistido de manera presencial a la reunión de crisis organizada para gestionar las consecuencias del ciclón Chido que ha devastado el territorio de ultramar Mayotte. Las explicaciones de Bayrou hicieron arreciar las críticas. “El presidente había anunciado que iría: no es habitual que el primer ministro y el presidente abandonen al mismo tiempo el territorio nacional”, dijo en unas declaraciones confusas en las que situaba a Mayotte fuera de Francia.
Otra polémica vino con su reposicionamiento en cuanto a la acumulación de mandatos. Bayrou no quiere dejar la alcaldía de Pau. Desde 2017, un diputado no puede ocupar otros cargos locales en Francia, una medida que fue apoyada públicamente por el propio Bayrou y a la que ahora se opone. Afirma que no quiere dejar su asiento en el consistorio, convencido de que “hay una ruptura entre la vida en provincias y el círculo del poder en París”, que se debe abordar. Ese sería, según Bayrou, uno de los elementos de trasfondo del mal que afecta al sistema en Francia.