La agonía sin fin del Valencia

El Valencia no levanta cabeza. Este domingo en Mestalla, ante un Alavés que también transita por la zona peligrosa de la clasificación, apenas pudo firmar un dramático empate (2-2) para acabar el año hundido en puestos de descenso , penúltimo, y con su entrenador, Rubén Baraja, en la cuerda floja pese a ser recientemente ratificado por la presidenta Layhoon Chan. De diecisiete encuentros disputados, el conjunto valencianista solo ha podido ganar dos y empatar seis, con una media de goles anotados inferior a uno por encuentro. Unos números terribles para el quinto club en el palmarés histórico de la Liga y uno de los grandes del fútbol español, pero comprensibles por el convulso momento institucional que atraviesa. El equipo de Baraja no funciona en lo deportivo, pero la raíz de muchas de sus carencias puede encontrarse en la discutida gestión del club por parte de su propietario, Peter Lim , y en la tensión social en la que se ha instalado en los últimos años. Así, antes del pitido inicial del choque contra el Alavés los aficionados valencianistas mostraron su malestar contra el multimillonario de Singapur y Meriton, la empresa a través de la cual obtuvo la mayoría accionarial del Valencia. Primero en los aledaños del estadio y después ya en las gradas. Fue la continuación de las protestas que se vivieron el pasado jueves en el mismo escenario durante la junta general de accionistas, que tuvo que cerrarse de forma apresurada después de que buena parte de los presentes interrumpiesen con gritos y protestas la intervención del Consejo de Administración del club. La novedad en esta ocasión estuvo en que los silbidos fueron también para Baraja , una situación inédita en los casi dos años que el pucelano lleva en el banquillo. Atenazado por la tensión, el Valencia encajó el primer gol a los siete minutos, obra de Carlos Martín, y protagonizó una primera parte para olvidar. Mejoró en la segunda y logró empatar aprovechando un ridículo penalti de Owono. Aunque la inercia del choque aventuraba el segundo gol local, el Alavés volvió a adelantarse tras otro penalti regalado, esta vez por Mosquera. Pero cuando todo parecía ya perdido para el Valencia apareció Dani Gómez para al menos evitar la derrota. Tras el choque Baraja restó importancia a los pitos contra él y no opinó sobre una posible destitución, pero deslizó que «esta crispación te lleva a situaciones en el partido que nos afectan. Estamos solos en esta dificultad».