Felipe VI: diez años de servicio, compromiso y deber
Cuando el Palacio de la Zarzuela hizo público el lema adoptado por el Rey Felipe VI para marcar el décimo aniversario de su proclamación como Monarca y Jefe del Estado –servicio, compromiso, deber– quizá no se dio bastante importancia a que esos tres objetivos prioritarios de la Corona son y serán una referencia constante en la actuación diaria de la Familia Real española.
¿Por qué señalar esos tres conceptos y no otros en una fecha tan importante como la que marcaban los diez años de reinado del actual Rey de España? El establecer el servicio como primer objetivo de Don Felipe es algo que no pudo sorprender a las personas que conocen bien al Monarca actual, que ha crecido con la idea clara de que su misión es estar siempre y en todo momento al servicio de la nación y la ciudadanía española. Así se lo enseñaron desde niño sus padres, desde antes incluso de que pudiera entender qué significaba eso de estar al servicio de su país y de las personas que lo habitan. La idea fue asentándose en su cabeza conforme fue madurando como individuo y vio cada vez más claro que ese principio tendría que transmitirlo a la persona con la que compartiría su vida, aunque ella al principio no entendiera muy bien qué significa eso tan abstracto de estar al servicio del país y de sus ciudadanos.
Después, cuando nacieran sus descendientes, también debería dedicarse a transmitir lo del espíritu de servicio a ellos, porque no es fácil traspasar ese objetivo a unos herederos o herederas desde su infancia hasta su mayoría de edad.
El segundo concepto del lema del décimo aniversario de su llegada al trono, ese ya lejano 19 de junio de 2014 en que juró ante las Cortes españolas su dedicación a la tarea de ejercer como primera autoridad institucional, es compromiso. Bien, como promesa de vida es correcto expresar su responsabilidad de cara al presente y, sobre todo, al futuro, que él va a cumplir con sus obligaciones siempre y no va a traicionar jamás los principios que marquen su trayectoria vital. Esa es su intención y lo consigna en el lema para que todo el mundo lo sepa y pueda confiar en él. Sabe que la confianza es fundamental para que los ciudadanos la depositen en él como garantía de que va a obrar de la forma adecuada a su condición de Rey.
Deber es la tercera palabra del lema que se repite en cualquier comunicación por escrito de la Casa del Rey. No es una elección casual, como en los dos casos de las palabras anteriores, sino que es el complemento que explica su actuación como Jefe del Estado, es el motivo que el Monarca pone de forma explícita en ese trío de objetivos a cumplir por encima de todo. Es la causa de su juramento como nuevo Rey, la clave del por qué pueden confiar en él: porque él sabe que todo a lo que está obligado lo hace porque está totalmente convencido de que es su deber, un sentido que ha adquirido a lo largo de los años y también ha querido y ha sabido transmitir a toda su familia. De la misma manera que sus padres se lo transmitieron a él, al heredero, para que supiera que su sentido del deber debía ser eterno al igual que su compromiso con sus obligaciones y su espíritu de servicio.
No lo ha tenido fácil Felipe VI para poner en práctica esos tres conceptos a lo largo de unos diez años muy convulsos, en los que el escenario político ha pasado del bipartidismo al multipartidismo en el que nos movemos en la actualidad. No lo ha sido aceptar que un tercio amplio de la ciudadanía española es antimonárquica, ni poner veto a un padre que fue modelo a seguir para él pero que había caído en conductas imposibles de aceptar. Ni para colmo, luchar contra la corriente de algunos que han intentado convertir la Monarquía en una institución irrelevante o, asimismo, ser capaz de plantarse y marcar lo que él y la Reina habían ido a hacer a una de las localidades devastadas por la DANA, o sea, a apoyar a los afectados por la riada y no a hacer el paripé.
La ciudadanía cada vez está más segura de que, cuando se cumplen los diez años de reinado, Felipe VI es un Jefe del Estado en quien puede confiar. Ha visto cómo cumple con sus compromisos porque posee ese espíritu de servicio imprescindible y sabe que ese es su deber. Y no solo eso, sino que ha conseguido que su familia, la Reina Letizia, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía también sepan que el servicio, el compromiso y el deber son también imprescindibles para ellas.