«No, yo no vivo aquí». Contesta un hombre bien vestido, con una mochila elegante a la espalda, cuando sale de un viejo edificio de la empinada calle Bajada del Barco. Está situado en el corazón del casco histórico de Toledo , a 150 metros de la catedral primada. Los vecinos dicen que el inmueble, con una fachada destartalada y una puerta de entrada muy deteriorada, está ocupado ilegalmente desde hace años. También fueron quienes, hartos, alertaron en octubre a la Policía Nacional de que en el interior se tenía que estar moviendo algo turbio porque el trasiego de personas, entre ellas toxicómanos, era continuo. El grupo de Estupefacientes de la comisaría confirmó la corazonada: dos narcopisos, en la primera y segunda planta, y una peluquería ilegal en la planta baja en la que también se encontró droga. En total, 18 gramos de cocaína oculta en bolsas de arroz, que tiene un efecto secante, y una mochila con más de un kilo de marihuana. Pero no fue fácil la investigación. El edificio, lleno de inmundicia, se encuentra en una zona donde la calle se estrecha tanto que los vehículos a motor deben pasar muy despacio para no rozar con las paredes. Sin embargo, esta adversidad no impidió a los investigadores acreditar que las personas que entraban compraban sustancias estupefacientes. También otras iban a cortarse el pelo, aunque desde la calle no se ve el habitáculo, que se encuentra a la derecha según se entra al inmueble. La desvencijada puerta principal todavía tiene las señales que dejaron los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) para entrar. Fue el miércoles 13 de noviembre, aunque la Policía Nacional no lo ha difundido hasta este viernes, justo un mes después del último arresto. De una tacada, arrestaron a tres jóvenes por un delito de tráfico de drogas y un cuarto se personó dos semanas más tarde en la comisaría, donde fue engrilletado. Son dos españoles, un venezolano y un magrebí, con edades entre los 20 y 25 años, que están en libertad después de pasar el juzgado de guardia. Igualmente, se les acusa de manera provisional de un delito de receptación porque los policías, apoyados por un perro policía y su guía procedentes de Madrid , decomisaron más de cincuenta objetos, probablemente robados. Se está investigando la procedencia de herramientas, joyas, ordenadores portátiles y tabletas; bicicletas, patinetes eléctricos, teléfonos o videconsolas. También tenían dos katanas, cuchillos y navajas, así como una máscara, un pasamontañas y tres pistolas simuladas. Por eso, los investigadores tratan de averiguar si se emplearon en algún hecho delictivo . Además, 2.500 euros en efectivo y 19 billetes falsos de 50 euros, realizados con una burda reproducción.
