El alcalde tuvo una magnífica oportunidad el año pasado para acabar con el despiporre cabalgatero que, como tantas cosas últimamente, se le ha ido a Sevilla de las manos. Que cada barrio organice sus cabalgatas de reyes, con el apoyo del distrito municipal correspondiente, o que se preste cobertura municipal a decenas de cortejos de heraldos y a otros tantos carteros reales de asociaciones, cofradías, empresas, comunidades y fraternidades durante la Navidad describe muy bien el alma de la ciudad desorbitada, descompensada, desmedida, desordenada, desmadrada, atomizada. Alguien debería poner un poco de cordura a esta inflación de cortejos vinculados a la fiesta de la Epifanía, que hicimos fiesta mayor de la ciudad y cuyo adjetivo hemos malentendido. Bastante tenemos con...
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