Durante las negociaciones previas a la investidura de Pedro Sánchez, altos cargos del Ejecutivo anticipaban que «si hay que gobernar con menos leyes, se gobernará con menos leyes». Veían entonces la reducción de la actividad legislativa como la solución para el sudoku que supone unir en el mismo bloque a partidos rivales en lo territorial y lo ideológico. Pero trece meses después, el Gobierno se ve cada vez más castigado por la inexistencia de un mínimo común múltiplo, esto es, unos puntos comunes que unan a todo el bloque en torno a un programa de legislatura. Carecer de los votos suficientes para asegurar el resultado final de cualquier iniciativa está llevando al Gobierno a frenar la tramitación de leyes propias...
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