H ay un balcón en Sevilla que vibra la noche de Reyes con tanta intensidad que contagia a toda aquel que lo mira, aunque el espectador esté a miles de kilómetros y sonría a través de la pantalla de un móvil. En aquellos pocos metros cuadrados, cada año un gigantesco oso panda hace de las suyas, buscando la complicidad de todo aquel que quiera bailar al ritmo de sus torpes pasos. En la esquina de la calle Asunción, los responsables de esa fiesta, que empezó hace unos años como una simple reivindicación que rezaba así 'nosotros somos más de los Reyes Magos', han logrado que centenares de sevillanos se citen en su puerta para ver pasar la Cabalgata. Sabe, sabemos...
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