"Parecía que no, que no podíamos soportarlo. Pero recuerden mis palabras, dije: "¡Olvídense de las sanciones, no existen!". Y eso nos salvó. Si nosotros, los belarusos, personas emocionales, nos hubiéramos metido en estos pensamientos sobre la política de sanciones, habríamos hundido la economía, y después nuestras vidas y nuestro Estado", subrayó el líder belaruso.