Editorial: Debilidades informáticas en la CCSS
La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), con más de 60.000 funcionarios y uno de los gastos en remuneraciones más altos del Estado, mantuvo el control de ese presupuesto con un sistema informático obsoleto, cuyo lenguaje de programación, creado hace cuatro décadas, solo era comprensible para cuatro funcionarios a punto de jubilarse cuando trascendió la alarmante situación hace dos años.
Según la auditoría de la institución, la operación del sistema era muy costosa, porque obligaba a emplear personal para ejecutar procesos manuales de confección, revisión, digitación y envío de la planilla. En 1998, la entidad encargó un programa nuevo, pero nunca pudo utilizarlo. En el 2009, La Nación informó de la entrega tardía de un sistema obsoleto e incompleto por el cual se pagaron ¢1.000 millones.
Las deficiencias trascienden el manejo de planillas para manifestarse, también, en la relación con proveedores, el control de incapacidades, licencias y contabilidad. El desarrollo informático se ha caracterizado por la dispersión, y los sistemas no pueden ser integrados. En una institución tan compleja, esa falla es fundamental.
En el 2017, la Caja anunció una inversión de $45 millones (unos ¢22.000 millones), de los cuales se habían ejecutado ¢20.214 millones hasta octubre del 2024, para remozar los sistemas. El 30 de diciembre, a cuatro días de la fecha fijada para inaugurar el sistema de planificación de recursos empresariales (ERP, por sus siglas en inglés), la presidenta ejecutiva, Laura Ávila Bolaños, anunció el inicio de operaciones de apenas 2 de los 16 módulos del nuevo sistema.
En esas condiciones, la modernización e integración de los sistemas de gestión de compras, inventarios, control de almacenes, tesorería, contabilidad, cuentas por cobrar, cuentas por pagar, mantenimiento y transporte, entre otros, quedan pendientes. El lanzamiento parcial obedece a advertencias de las gerencias Financiera y de Logística sobre la ausencia de “elementos mínimos” para la correcta conducción de las tareas a su cargo.
“En el ámbito financiero, la CCSS no se puede permitir paralizar o ralentizar procesos de pagos a funcionarios, proveedores, usuarios, incapacidades, licencias, traslado de recursos a diversas instancias”, advierte la nota de las jefaturas de la Gerencia Financiera. Los encargados de logística expresaron preocupaciones similares.
Ahora, la presidenta ejecutiva habla de una “salida progresiva del ERP”, pero no pone fecha a la conclusión del proceso. Sí hay fecha, sin embargo, para el vencimiento del contrato con la empresa proveedora. Ya fue prorrogado por un año y la ampliación vence en el breve plazo de seis meses. No hay noticia de lo que sucederá si el sistema no está completo para entonces.
La noticia no debe sorprender. El desarrollo del Expediente Digital Único en Salud (EDUS) tardó un par de décadas y todavía admite mejoras. Por su parte, muchos de los problemas por solucionar con el ERP son conocidos desde 1998. La gestión de la informática en la Caja ha sido débil, pese al ejército de especialistas al servicio de la institución y las contrataciones con proveedores externos.
Cuando señalan los riesgos de aplicar el nuevo sistema, los gerentes de la institución están optando, según el refrán, por lo malo conocido. No obstante, cuando el conocimiento de lo malo data de tantos años, es hora de examinar las razones de los traspiés. El papel de la Caja en la sociedad costarricense lo exige. La institución debería estar pensando en la implantación de las soluciones informáticas del futuro y no en la corrección de deficiencias arrastradas desde un pasado tan lejano.