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El secreto de Ayuso y la estrategia del calamar

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Miguel Ángel Rodríguez, MAR, fue esta semana a ‘Todo es Mentira’ y cumplió con lo que el programa anuncia: mintió sin parar. También estuvo en el Tribunal Supremo e hizo lo mismo, con el agravante de que allí estaba legalmente obligado a decir la verdad. Ante el juez, MAR aseguró que desde elDiario.es no nos habíamos puesto en contacto con él antes de publicar nuestra primera exclusiva sobre el fraude fiscal. Era falso, como siempre.

Nuestro compañero José Precedo ha aportado ante el Supremo –así nos lo solicitaron– las pruebas de esa conversación: los pantallazos de los mensajes que se cruzó con Miguel Ángel Rodríguez y que demuestran que el jefe de gabinete de Ayuso mintió ante el juez. Claro que preguntamos antes de publicar nuestra investigación. Claro que intentamos recabar, a través de MAR, la versión de los hechos de la presidenta de Madrid, igual que también contactamos con su pareja, Alberto González Amador. Lo hacemos siempre: no solo porque sea lo correcto sino porque así lo exige el Estatuto de elDiario.es

Primero contactamos con el jefe de prensa de Ayuso –que no nos cogió el teléfono– y después con el jefe de gabinete, su principal asesor. MAR recibió nuestras preguntas: “¿Conocía Isabel Díaz Ayuso el fraude a Hacienda que la Agencia Tributaria atribuye a su pareja? ¿Tuvo alguna información de su participación en la presentación de facturas falsas? ¿Ha comprado la presidenta de la Comunidad de Madrid alguna propiedad inmobiliaria con su actual pareja?”. Y una última pregunta, la más importante: “¿Quién paga la vivienda en la que reside la presidenta de la Comunidad de Madrid y cuántos inmuebles son?” 

MAR nos despachó con actitud chulesca: “Eso que dices es muy grave (...) vosotros veréis”. Nunca contestó a lo que le preguntamos. Ni él ni Alberto González Amador ni nadie en la Comunidad de Madrid. Siguen sin hacerlo hoy. 

Han pasado nueve meses desde aquella investigación y MAR, por ahora, se ha salido con la suya. Su estrategia es la del calamar: mentiras de tinta negra con las que desviar la atención. Por eso hace meses que el debate público –y el judicial– gira alrededor de ese supuesto delito de revelación de secretos del que acusan al fiscal general del Estado, por desmontar uno de los bulos de MAR.

Es la estrategia de siempre. Es lo mismo que hizo cuando elDiario.es destapó que un amigo de la infancia de Ayuso, de su pueblo, se había llevado un contrato millonario de mascarillas entregado a dedo por la Comunidad de Madrid; una adjudicación pública por la que el hermano de Ayuso cobró una comisión de 234.000 euros. En aquel momento, Ayuso denunció un supuesto espionaje de su partido por medio de detectives privados del que nunca más se supo –porque simplemente no era verdad–. Aquello acabó como acabó: con Pablo Casado lanzado desde el piso más alto de la sede del PP hasta la calle por sus propios fieles –Bruto, Vellido Dolfos, Cuca Gamarra…–, con Feijóo como nuevo líder de la oposición y con la Justicia archivando la investigación. No hubo ningún delito, según la Fiscalía Anticorrupción. Que el gobierno que presides adjudique a dedo un contrato de 1,5 millones de euros a un amigo de tu pueblo y que tu hermano se lleve la comisión es, en el Madrid de Ayuso, algo de lo más normal. 

Con el fraude fiscal de su pareja, la estrategia se repite. Porque funciona. Ayuso se presenta otra vez como la víctima de una conspiración, a pesar de que nadie en la Fiscalía o en la Agencia Tributaria –hasta que empezó la investigación de elDiario.es– sabían que ese tal Alberto González que se había desgravado 1,7 millones de euros con facturas falsas era también la persona que paga la vivienda de lujo donde vive la presidenta de la Comunidad de Madrid. 

Pero hay que dejar la tinta y centrarse en el calamar: en el ser escurridizo que intenta escaparse desviando la atención. Y aquí la clave es esa, la casa. O más bien las casas, porque son dos. Un piso en el sexto y un ático en el séptimo, en un edificio de lujo de uno de los mejores barrios de Madrid.

Los datos. El sexto piso –186 metros cuadrados  de vivienda y otros 25 de zonas comunes– está a nombre de Alberto González Amador. Lo compró el 27 de julio de 2022, por un importe que entonces rondaría los 900.000 euros. Después hizo una reforma ilegal, que como perfecta metáfora del Madrid de Ayuso inundó con aguas fecales el restaurante del bajo del edificio, que tuvo que cerrar. Por alguna razón desconocida, Alberto González Amador no inscribió la compra en el registro hasta un año más tarde: el 19 de julio de 2023, tras las últimas elecciones autonómicas. 

Por esas mismas fechas, después de finalizar la reforma, Alberto y su pareja, la presidenta de Madrid, se mudaron a vivir allí.

Pero este piso no es el único. Hay otro más. El 21 de julio de 2023, dos días después de inscribirse la primera casa en el registro, una enigmática empresa, Babia Capital SL, compró el piso que está justo encima, el ático. Es un poco más pequeño, 155 metros cuadrados de vivienda más otros 21 de zonas comunes según el catastro, pero cuenta con una enorme terraza donde ondea una bandera de España que se ve desde la calle. ¿Su precio en 2023? Rondaría el millón. 

Según confirman los vecinos y otras fuentes que han estado dentro de la vivienda, la pareja usa ambas casas: el sexto y el séptimo. El piso de abajo, para la vida cotidiana. El de arriba, para hacer deporte –hay un pequeño gimnasio–, el ocio y las visitas. Entre ambos pisos, más la terraza del ático, suman unos 380 metros cuadrados en total.  

Dato: el tamaño medio de una vivienda en Madrid es de 82,9 metros cuadrados.

El administrador de Babia Capital, la empresa propietaria del ático, se llama Javier Luis Gómez Fidalgo. Es un abogado fiscalista muy conocido en León. Y casualmente también es abogado de la pareja de Ayuso. Alberto González Amador lo nombró como su representante ante la Agencia Tributaria en 2022, cuando empezó la investigación fiscal contra él.

Por decirlo más claramente: la presidenta de la Comunidad de Madrid vive en dos pisos que un madrileño medio tardaría varias vidas en pagar. El primero es de un defraudador fiscal, su pareja. El segundo, de una empresa administrada por el abogado de ese mismo defraudador. ¿Todo normal? Desde luego que no. 

Hay más datos extraños en todo lo que rodea a la fortuna de Alberto González Amador, de cuyos frutos económicos se beneficia Isabel Díaz Ayuso. Cuando empezó el noviazgo, la prensa afín lo presentó como un “técnico sanitario”. Ahora Miguel Ángel Rodríguez lo define como un “brillante directivo”. Pronto podrá ser el empresario del año, o candidato al premio Nobel de la Paz.

¿La realidad de su biografía? Hace apenas cinco años, Alberto González Amador trabajaba como técnico especializado en riesgos laborales. Se dedicaba a dar recomendaciones de seguridad y salud en el trabajo para empresas. No es un mal empleo, pero no da para muchos lujos; ni para áticos ni para Maseratis. Entonces vivía con su mujer y sus tres hijos en un piso de 90 metros cuadrados en Barajas, cerca del aeropuerto, en el barrio de la Alameda de Osuna. Allí las casas valen de media por metro cuadrado la mitad que en Chamberí. 

González Amador trabajaba ya entonces para el Grupo Quirónsalud: el gigante de la sanidad privada, la empresa que más factura del sistema público madrileño de salud. Pero con el noviazgo de Ayuso, su carrera y sus ingresos se dispararon.

Tras comenzar la relación sentimental con la presidenta de la Comunidad de Madrid, los pagos del grupo Quirón a Alberto González Amador se multiplicaron por cuatro. Y todos los grandes negocios que han hecho rico a este “técnico sanitario” tienen un nombre en común: el de Fernando Camino, uno de los principales directivos de Quirón.

Fernando Camino es el presidente de Quirónprevención, la empresa de riesgos laborales de este grupo, para la que subcontrata la pareja de Ayuso. Pero la relación de Camino con González Amador va mucho más allá que la de un simple proveedor. 

La pareja de Ayuso administró una empresa en Panamá, que fue creada por Fernando Camino. Y el gran pelotazo de la pareja de Ayuso –casi dos millones de euros de comisión– fue por intermediar en la compraventa de un pedido de 42 millones entre una empresa catalana, FCS Select Products, y otra gallega, Mape. ¿Y quién es uno de los administradores de Mape? En efecto: Fernando Camino, el presidente de Quirónprevención

Apenas unos meses después de ese pelotazo, a finales de 2020, González Amador puso en marcha una operación extrañísima. Pagó medio millón de euros por una empresa sin apenas actividad y que facturaba menos de 30.000 euros anuales. Era un precio a todas luces hinchado, según la propia Agencia Tributaria, y que no se justificaba por ningún indicador realista. La compañía se llamaba Circulo Belleza SL y gestionaba un pequeño local de tratamientos de estética, al lado de una farmacia en León. ¿La dueña de la empresa –y de la farmacia– que cobró medio millón de euros? Era la mujer de Fernando Camino, el directivo de Quirón.

Alberto González Amador no solo pagó un precio desmesurado por esta empresa irrelevante, cuyo negocio no tenía ese valor –tanto es así que, tras comprarla, la renombró con una rimbombante denominación: Masterman & Whitaker Medical Supplies and Health Process Engineering SL–. Esa misma compañía es la que después González Amador usó como “mera sociedad interpuesta”, según la inspección de Hacienda. Una empresa pantalla, de esas que MAR dice que no existen en este caso.

A través de esta misma sociedad, durante todo un año, Alberto González Amador también pagó el alquiler de un coche BMW, que estaba a nombre de la mujer de Fernando Camino

Todo pasa por León, donde está la farmacia de la mujer de Camino. Y la empresa que no valía medio millón. Y el abogado fiscalista de Alberto González Amador. Y su asesora fiscal. Y también es leonesa la empresa dueña del ático que usa la pareja, Babia Capital. 

Es un ático que encierra un secreto más.

Poco antes de que Babia Capital comprara esa vivienda, en julio de 2023, alguien prestó 955.000 euros a esta empresa; un dinero que presumiblemente sirvió para pagar el ático.

¿Quién puso ese dinero? ¿De dónde salió? No fue un banco: en las cuentas de Babia Capital no figura ningún préstamo o hipoteca. Fue otra empresa, o una persona particular.

Este es sin duda el secreto mejor guardado de Ayuso: quién financió esa segunda casa en la que vive, ese ático del que sigue sin dar ni una sola explicación.

Algún día, ojalá sea en 2025, elDiario.es lo descubrirá.

Un abrazo,

Ignacio Escolar

P.D. Feliz 2025, por cierto. Es un año que al menos yo nunca olvidaré porque en pocos meses me toca una noticia importante. Una de las mejores y que me hace muy feliz. Mi mujer está de nuevo embarazada y esperamos una niña; la tercera después de dos niños. Vamos a ser familia numerosa, con todo el follón que eso supone. Cuando llegue ese día, por supuesto, me volveré a tomar el permiso de paternidad: porque nadie es imprescindible y porque el terremoto que nos espera en casa no será fácil. Durante ese tiempo desapareceré del todo: tampoco trabajaré en la radio o la televisión. Neus Tomàs me sustituirá otra vez como directora en funciones y seguro que lo volverá a hacer genial. Espero que entiendas mi ausencia y que te alegres por mí.




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