La Guerrero fue fundada en 1874, no obstante sus vecinos, organizados en colectivos, ampliarán el festejo de sus 150 años hasta mediados de 2025. La colonia, su historia y habitantes (antiguos y nuevos) lo merecen, de hecho fueron parte activa de una exposición que se presenta en el Museo Kaluz.“De niño venía a la Guerrero, mis padrinos son originarios de aquí. Él me contaba sus historias de niño en este lugar”, cuenta a MILENIO Carlos Alberto López, profesor y especialista en literatura mexicana y apasionado de la colonia. Años después él regresó a vivir ahí con su esposo y un día que caminaba por la calle de Lerdo se detuvo a observar una fachada. Dice que ahí comenzó su amor por su historia. “Alentado por la doctora Teresita Quiroz, quien coordina el seminario Ciudad, Historia y Paisaje de la UAM Azcapotzalco, comencé a investigar desde hace casi seis años la historia de la Guerrero. Mi padrino falleció hace tres años, cómo hubiera querido que viera que ese amor que me contagió por la colonia, se convirtió en mi pasión”. De esta forma López se convirtió en especialista en esta zona, que ha sido trascendente desde hace siglos por su ubicación estratégica. En la época prehispánica, lo que hoy se conoce como colonia Guerrero era una parte del barrio de Cuepopan, un lugar importante ya que el sacerdote encargado de la ceremonia del Fuego Nuevo entre los mexicas siempre provenía de Copolco, uno de sus subarrios. “Además era un espacio limítrofe entre Tenochtitlan y Tlatelolco. De hecho en parte de la Guerrero se encontraban también barrios tlatelolcas así que desde la época prehispánica esta zona tiene una relación con ambas ciudades”. López dice que durante la época colonial gran parte de la zona era solo tierra anegada. Ya en el siglo XIX, transformada en colonia Guerrero a partir de 1874, ahí se construyó la antigua estación del Ferrocarril Nacional (hoy Mercado 2 de abril), “era por lo tanto un punto de entrada hacia la ciudad, además de ser una conexión entre esa estación y el Centro”.Debido a esto hubo muchos hoteles, fondas y baños así como lugares de esparcimiento, como cantinas y salones de baile. Varios de estos locales aún funcionan. Sitos regados aquí y allá en esta colonia que en el siglo XX fue atravesada por la modernidad de los 50 y 60 debido a la ampliación del Paseo de la Reforma en el Distrito Federal del conservador Regente de Hierro, Ernesto P. Uruchurtu, quien dio al traste con varios de ellos, incluido el tradicional Salón México donde, efectivamente se ejercía la prostitución además de ser un salón de baile.Esa ampliación de Reforma pasó encima y terminó también con el antiguo cementerio de Santa Paula, que databa del siglo XVIII.La otra partición llegó de la mano del regente Carlos Hank González a finales de los 70 y sus ejes viales. El 1 norte, llamado Mosqueta en esa zona, motivó, además, la expropiación de casas para poder ampliar la avenida.Opulencia y desamparoDe esa época, siglo XIX, datan varios de sus edificios y casas, como la de la familia Rivas Mercado.“La Guerrero tuvo una evolución inmobiliaria interesante, si bien en un inicio fue pensada y planeada para ser una colonia a favor de la clase obrera (recordemos su relación con la estación del tren) esto no se llevó a la práctica”, dice López. El político conservador Rafael Martínez de la Torre y el empresario Antonio Escandón planearon la creación de la colonia apoyados por el presidente Sebastián Lerdo de Tejada:“Es importante recordar que la Ley Lerdo permitía la desamortización de bienes y corporaciones, entre ellas las del clero e incluso de los pueblos indígenas. “Al momento de la lotificación de la colonia, en los terrenos más cercanos a la calzada México-Tacuba (que ha sido llamada con diferentes nombres: San Juan de Dios, San Diego, San Hipólito y Puente de Alvarado) fue donde se construyeron las edificaciones con mayor plusvalía, entre ellas se encontraban las casas de Antonio Rivas Mercado, la Casa Requena, la casa de Antonio Casassus, todas reflejo de lujo y opulencia”. Actualmente solo se encuentra en pie la casa de Rivas Mercado, en la calle Héroes 45.Hacia el norte, la historia fue otra. “El poblado de Los Ángeles (donde hoy se encuentra el famoso salón) durante los primeros 20 años fue utilizado para fines agrícolas. Si bien en los mapas se veían los trazos de las calles, eran simples indicaciones cartográficas, ya que solo había brechas o caminos de tierra sin ninguna banqueta o empedrado”. López cuenta que durante sus primeros años, la colonia sufrió el desamparo de las autoridades y que los habitantes tuvieron que financiar la construcción de banquetas y alumbrado público. “Las crónicas de la época señalan que gran parte de la colonia, especialmente la zona norte, estaba llena de chozas cuyos dueños eran en su mayoría artesanos y obreros”, dice López, quien está estudiando una maestría en memoria y territorio histórico y dirigió el documental Ecos del barrio (2024).Este filme trata acerca de las artes y oficios de la colonia a través de las voces de tres comerciantes, que hablan de estos y de su historia familiar, profundamente arraigada a la Guerrero.De casonas a vecindades Durante su lotificación, Martínez de la Torre (cuyo nombre se perpetuó en otro mercado de la zona) vendió gran parte de las secciones a particulares, las llamaron San Fernando, Buenavista y Los Ángeles. “La primera sección fue vendida en su mayoría (82 por ciento) a un hombre llamado José Brillanti, quien a su vez la subdividió y revendió. Ninguno de los compradores de esa sección fueron obreros. Buenavista fue adquirida solo por seis personas. Los Ángeles fue comprada en su mayor parte por un estadunidense para uso agrícola y formar el Rancho del Huizache”, relata López, cuya fuente es la investigación “Rafael Martínez de la Torre y la creación de Fraccionamientos. El caso de la Colonia Guerrero” (2019), de María Dolores Morales. López dice que estos datos indican que a Martínez de la Torre y a Escandón “no les importó el bienestar de los artesanos y obreros, como fue la idea original de la colonia, sino mover su capital. Recordemos que un año antes de la fundación se había inaugurado el ferrocarril y esto creó un boom inmobiliario”.¿Estas casas se convirtieron en vecindades después?Sí, de hecho fue la Revolución Mexicana la que potenció el nacimiento de las vecindades. A partir de la Decena Trágica muchas familias acomodadas huyeron y sus casas fueron ocupadas por los nuevos habitantes, que convirtieron los espacios en viviendas colectivas. A estas vecindades llegaron a vivir muchas familias que, entre los años 30 y 60 fueron felices en esa colonia plagada, en esos tiempos, de cines. “Era la que tenía más en toda la ciudad”, corrobora López.Más allá de lo histórico, ¿por qué es una colonia importante en la ciudad?Sobre todo por la lucha de sus habitantes respecto a la vivienda; la colonia es un referente en este aspecto, especialmente a raíz del temblor de 1985. Aquí es donde surgieron los primeros grupos de topos e incluso los primeros de reconstrucción de vivienda, todos reconocidos nacionalmente por su labor. Además aún guarda ese aire campirano y de cohesión social, puedes ir por la calle y encontrarte al vecino y saludarlo, hay todavía un ambiente de colectividad. evt