El Atlético, campeón de invierno
No tuvo que esperar a Sorloth esta vez el Atlético para encontrar el gol que le sirve para ser campeón de invierno y para completar la racha más larga de victorias consecutivas de Simeone en el banquillo rojiblanco. Son catorce ya gracias al gol de Julián Álvarez en los primeros minutos de la segunda mitad. Un córner que sacó Griezmann en corto lo prolongó Lenglet hacia el centro del área para que el argentino marcara casi con la portería vacía.
Le costó al Atlético llegar hasta allí, como es costumbre. Julián había tenido dos claras oportunidades en un pase atrás de Giuliano que remató demasiado flojo y centrado y en un centro de De Paul que remató con el hombro y sin demasiada dificultad para Sergio Herrera.
Fallaba mucho Julián Álvarez en el remate, pero también en el pase. Un error común en todo el equipo rojiblanco, demasiado impreciso en la entrega, que muchas veces acababa en pies osasunistas. Torró lo aprovechaba y manejaba el centro del campo visitante con elegancia y con criterio. Un mediocentro de esos que todavía llevan la camiseta por dentro. Como si hicieran ya una declaración de intenciones desde el vestuario.
A Osasuna le quedaba la pelota, aunque le costaba llevarla hasta la portería de Oblak. Un remate blandito de Pablo Ibáñez y un remate de cabeza de Herrando fueron los únicos acercamientos a la portería de Oblak. El portero del Atlético se despistó en la salida y el central osasunista se adelantó en el remate, pero se le marchó desviado.
Estaba Raúl García en el campo, pero Osasuna echaba de menos a Budimir, uno de los delanteros más solventes de la Liga. Apareció tarde el croata para intentar igualar un partido que ya se le escapaba al equipo de Vicente Moreno.
Se le podía haber escapado antes del gol de Julián Álvarez, pero el VAR anuló el gol de Griezmann, que remató con el codo un centro de Nahuel Molina desde la línea de fondo. No tenía otro remedio el francés porque no había otra manera de domar el servicio del lateral rojiblanco.
Ese gol anulado a los seis minutos de partido cambió el ánimo del Atlético. Era como si hubiera encajado un gol en ese momento en lugar de continuar con el partido como había empezado. Fue el momento en que Osasuna se sintió mejor, capaz de dominar el partido, aunque fuera de manera formal.
Porque el Atlético no necesita dominar la pelota para tener el partido donde quiere. «Trataremos de llevar el partido adonde mejor nos convenga», suele decir Simeone en cada rueda de prensa previa a los partidos. Y para eso no necesita que la pelota esté demasiado tiempo en sus pies. Le basta con alguna arrancada de Giuliano para meter en el fondo a su rival y con alguna llegada de De Paul o de Griezmann para poner las cosas donde quiere.
Giuliano cumplió, pero le faltó la compañía de De Paul y, sobre todo, de Griezmann. Julián era el que aparecía siempre, aunque no estuviera demasiado acertado en el remate hasta el gol.
En casos como ese al Atlético de Simeone le basta con regresar a sus orígenes, al 1-0 que tantas veces ha quedado grabado en el marcador del Metropolitano y antes del Calderón. Con eso es suficiente para el Cholo, que hizo los movimientos habituales en el banquillo. Cuando necesitaba un gol mandó a Lino al campo en lugar de Gallagher. El inglés sirve para hacer más consistente el centro del campo, pero tiene poca presencia en ataque. Y cuando ya tenía ventaja en el marcador recurrió a Marcos Llorente en lugar de Giuliano para volver a reforzar el centro del campo.
Pudo marcar uno más el Atlético cuando Bretones remató a su portería un pase de Javi Galán desde la izquierda que acabó en el poste. Caía la noche y asomaba ya la luna llena sobre el cielo del Metropolitano cuando el Atlético pudo sentirse campeón de invierno.