Dos tigres en quiebra, por Mirko Lauer
La frase del expresidente colombiano Álvaro Uribe sobre la necesidad de invadir para quitarle de encima a los venezolanos a Nicolás Maduro le ha caído de perlas al dictador fraudista. Su respuesta casi inmediata ha sido mostrar la lista de sus socios militares en la región: Cuba y Nicaragua, dos tigres en quiebra.
Uribe más bien necesitaba un lugar en la relación de presidentes y expresidentes latinoamericanos que no asistieron a la juramentación chavista. Provocar a Maduro era una fórmula de éxito comprobado, y este se iba a tragar cualquier anzuelo que distrajera de la estafa política que estaba cometiendo, por tercera vez.
Es muy poco probable que alguien en la región tenga ganas de invadir Venezuela. Todos los gobiernos hablan de la conveniencia de que el pueblo se alce y resuelva el problema, en la modalidad primavera venezolana. Uribe presidente pudo invadir, y no lo hizo. ¿Por qué llama a hacerlo ahora? Quizás quiere incomodar a Gustavo Petro.
De otra parte, si Maduro cree que cubanos y nicaragüenses serían despachados a pelear en Venezuela, en una nueva versión de los pobres muchachos de Corea del Norte, se equivoca. Una cosa es ayudar desde el Ministerio del Interior, y otra enviar tropa a una situación donde no se sabe qué se va a encontrar. Nadie quiere desestabilizar su propio país por ayudar a otro.
Pero en lo de lanzar frases, Maduro ha superado a Uribe. “Nos estamos preparando con Cuba y Nicaragua”, dice, y alude esquinadamente a “los hermanos mayores”, ninguno de los cuales envió a su N.° 1 a la juramentación. Lo que apoyan ambos es el petróleo, no al pintoresco político caribe. Menos si este se dedica a dibujar escenarios bélicos.
De otra parte están los esperanzados en que la mano dura de Donald Trump logrará el milagro antichavista. Pero ya intentó hacerlo en su anterior gobierno con el Grupo de Lima, lo cual produjo nada en dos platos. Quizás Trump prefiera mantener a la clica chavista acogotada, antes que ir a alguna forma de confrontación. Suficientes hay en otros lugares.
De modo que no esperemos guerras, y menos con participantes que no pueden pagar el recibo de la luz, ni poner armas, en lugar de alimentos y otros bienes de consumo, en manos de mucha gente. La frase de Uribe termina siendo, por su rebote en Caracas, de una gran crueldad. Managua o La Habana no han dicho una sola palabra.