Perder grasa es un objetivo común entre quienes buscan mejorar su salud o apariencia física. Para lograrlo, lo más habitual es recurrir a dietas restrictivas, largas sesiones de ejercicio cardiovascular o soluciones rápidas que prometen resultados inmediatos. Sin embargo, estas estrategias suelen ser insostenibles a largo plazo y, en muchos casos, contraproducentes. Sobre este tema ha hablado Marcos Vázquez, experto en fitness y nutrición que comparte consejos prácticos a través de sus redes sociales. En uno de los vídeos de su cuenta, explica las claves para perder grasa de manera saludable, destacando la importancia de mantener un flujo energético alto. Según Vázquez, el flujo energético es el equilibrio entre las calorías que consumimos y las que gastamos. Para entender su importancia, propone comparar a dos personas con la misma altura y peso que quieren perder medio kilo de grasa a la semana. Una de ellas tiene un gasto energético total de 1.700 calorías diarias, mientras que la otra alcanza las 2.500. Aunque para perder medio kilo en una semana ambas necesiten crear un déficit de más o menos 500 calorías al día, la primera tendría que limitarse a comer 1.200 calorías diarias, lo que puede ser problemático, mientras que la segunda dispondría de una ingesta más razonable. El experto explica que, en el primer caso, una dieta tan restrictiva puede acarrear consecuencias negativas: mayor riesgo de pérdida muscular y ósea, fatiga generalizada, hambre constante, deficiencias nutricionales, debilitamiento del sistema inmunitario e, incluso, disfunciones hormonales como la amenorrea en mujeres. Por otro lado, quienes mantienen un flujo energético más alto, aunque sigan un déficit calórico, disfrutan de más energía para entrenar y recuperarse, menos hambre, y un menor riesgo de desequilibrios nutricionales y físicos. Vázquez subraya que la clave para perder grasa de forma saludable no está únicamente en reducir calorías, sino en asegurarse de que el cuerpo sigue funcionando de manera eficiente. Esto implica combinar una alimentación nutritiva con actividad física regular, lo que incrementa el gasto energético total. Cuanto más activo es el organismo, más sostenible resulta la pérdida de grasa, sin sacrificar salud ni calidad de vida en el proceso. Además, mantener un flujo energético alto favorece la adherencia a largo plazo. Al evitar dietas extremas que generan frustración y malestar, las personas son más propensas a mantener un estilo de vida saludable durante años, en lugar de caer en ciclos de pérdida y recuperación de peso.