El reagrupamiento de las fuerzas de poder en Morena
Morena, hoy por hoy, es la ventanilla del poder en México. La antesala del futuro inmediato. El movimiento imán de buena parte de quienes desean hacer política. Después del pasado proceso electoral, a los liderazgos perdedores en la selección del candidato de Morena para la elección presidencial se les ubicó en el Poder Legislativo y en el gabinete presidencial. Ahí han conformado grupos específicos de poder Monreal y Ramírez Cuéllar, en la Cámara de Diputados; Adán Augusto y Gerardo Fernández Noroña, en el Senado; y Omar García Harfuch y Marcelo Ebrard, en el gobierno. Desde estas trincheras realizan, cada uno con sus respectivos estilos, su legítimo quehacer político con vista al futuro 2030.
Políticos, con historia propia, con experiencia en la carrera pública y que no sean fáciles de manejar sin antes hacer valer su liderazgo. La realidad y las circunstancias del momento determinarán las candidaturas. Los primeros relámpagos de la tormenta están a la vista. La confrontación entre Monreal y Adán Augusto es apenas el inicio de este recorrido rumbo al sol.
En este contexto, el expresidente López Obrador, como líder de Morena, podría ser, si no se retira de la vida pública, el factor fundamental en la selección del candidato o candidata de Morena. En la actualidad, es la figura más importante que mueve el abanico y las conciencias morenistas.
Los problemas nacionales e internacionales, con Trump a la cabeza, consumen la atención y ocupación de la presidenta y, por la experiencia de sus primeros cien días de gobierno, no se puede dar el lujo de jugar a las vencidas en Morena.
En efecto, los primeros días de este gobierno confirman el cambio de régimen y la ratificación de las políticas públicas y programas del sexenio pasado. El discurso oficial está sustentado en los mismos principios ideológicos. Además, el esquema se complica con un presupuesto federal con fuerte déficit y gran limitación de recursos para la inversión en infraestructura y para satisfacer las urgentes necesidades de los estados y municipios.
En consecuencia, los próximos años se antojan complicados y con posibles barruntos de división política. La elección intermedia será el ensayo y el preludio del futuro acontecer.
Así es la política, así es la democracia. Es la normalidad inestable. El acontecimiento inédito, la circunstancia inesperada. Bienvenida. Estamos en el umbral de una futura e inédita batalla política-electoral. El reagrupamiento de las fuerzas del poder está presente y tocando la puerta de Morena.