Jerarquías sociales
Por ser seres sociales, los humanos somos seres jerárquicos. Desde que nacemos, estamos envueltos en definiciones, expectativas y valores que nos asignan una posición dentro de la sociedad. Esa posición es una cierta atribución de estatus económico y político, rol social, valía y honor que los demás nos dan. Pensemos en un bebé que, sin pedirlo, nace siendo príncipe heredero de un trono o una gran fortuna, mujer en Afganistán o negro en Misuri.
Exactamente como las hormigas y las abejas, animales capaces de construir sociedades complejas basadas en una estricta categorización y ordenamiento de los individuos, unos subordinados a otros. Con una diferencia crucial, sin embargo: en esos insectos, las jerarquías no solo están dadas, sino que son inmutables. Los individuos pertenecen a ellas y punto; viven y mueren haciendo la labor asignada. Y, cuando una sociedad jerárquica de hormigas cae, no es por revueltas internas de obreras contra la reina, por ejemplo, sino por un evento catastrófico de origen externo.
Las personas tenemos, en cambio, la capacidad de descifrar esas jerarquías y tomar posición frente a ellas, aceptarlas acríticamente o rebelarse. Los desafíos pueden ser de carácter individual, como cuando un esclavo en la antigua Roma terminaba siendo hombre rico, el hijo de una casta baja logra ser primer ministro de la India (Narendra Modi) o una mujer en el Medioevo lideraba un ejército de hombres (Juana de Arco).
Los desafíos pueden ser también de carácter colectivo: revoluciones que tumban reinados y dictaduras, que inauguran o entierran épocas, guerras que acaban imperios. La mayoría de estos retos colectivos son, sin embargo, menos dramáticos: confrontaciones sobre políticas públicas que alteran la distribución de beneficios o sacrificios, cuotas de poder en las que unos suben y otros caen. En fin, el desafío (y la defensa) de una jerarquía es, precisamente, la materia de la política y, por ello, a diferencia de los otros animales sociales, los humanos somos, como decía Aristóteles, “animales políticos”.
Digo que hoy nos adentramos en una época de revuelta global contra las jerarquías existentes. Sus líderes no son barbudos revolucionarios, sino un puñado de ultrarricos que quieren crear un mundo nuevo con ellos en la cúspide indisputable, con la promesa de que sus empresas tecnológicas resolverán los problemas. ¿Lo lograrán?
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