La aventura ibérica de Tinelli fue curiosa: llevó un cuerpo técnico íntegramente argentino y, gracias a la Ley Bosman, "argentinizó" el plantel. Pero los resultados no llegaron y al cabo de un par de años, decidió vender el equipo, que estuvo a punto de desaparecer. La apuesta de Grinbank en el Leganés fue tan ambiciosa como fugaz. Eligió a Pekerman de manager, contrató a una decena de argentinos pero solo duró seis meses en el club.