Puigdemont toma el control de la agenda de Sánchez
Portazo a la negociación que aboca a la legislatura al desgobierno, pero sin tirar la llave. Carles Puigdemont compareció ante la prensa, después de una reunión de 45 minutos con la permanente de su partido, y fue contundente con el PSOE, pero sin romper. Anunció que congela todas las negociaciones sectoriales, lo que imposibilita, por ejemplo, aprobar los Presupuestos. «Leyes tan relevantes, como los Presupuestos, no nos sentaremos a negociarlas», puntualizó, para amenazar con asfixiar al Gobierno «si hay que convalidar decretos o iniciativas legislativas, unilaterales como siempre, que no nos busquen». Contundencia en el mensaje, pero eludiendo la ruptura.
Con este movimiento, Puigdemont exige que no se dilate el debate en la Mesa del Congreso sobre la PNL presentada por su grupo para que el presidente se someta a una moción de confianza, porque, valga la redundancia, «es el camino para recuperar la confianza». Esta semana la Mesa eludió pronunciarse por segunda vez, lo que no fue mal recibido desde Junts porque consideraban que el PSOE había movido pieza, aunque solo fuera para ganar tiempo y evitar la ruptura. Ahora, le exigen que vuelva a moverse aceptando que se debata en el pleno la Proposición no de Ley. Fuentes convergentes manifestaban en privado que «una cosa es tramitar y otra, sustanciar», es decir, que Junts quiere tener la potestad de retirar la PNL y poder vender a su electorado que con su posición han forzado al PSOE. En el Gobierno siguen insistiendo en que continuarán negociando, que no se levantarán de la negociación. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, fue el encargado ayer de destensar la cuerda: «Dialogamos con todos, y cumplimos nuestros acuerdos», dijo, en respuesta a Puigdemont, que acusa al presidente de no cumplirlos. Y añadió que «en el caso de Junts, algunos de esos acuerdos ya están en el BOE; otros, en vías de tramitación; y otros, en negociación. El Gobierno cumple los acuerdos que firma. Y cuando hay discrepancias, que las hay, lo resolvemos con diálogo y esfuerzo para encontrar acuerdos».
Puigdemont ha cerrado las puertas, aunque parece que todavía no con llave. Primero, porque tiene que asumir «un coste político y personal», como reconoció en la rueda de prensa. Personal, porque sigue pendiente de la Ley de Amnistía; y político, porque una ruptura con el PSOE no está bien vista por más del 65% de sus electores y una nueva contienda electoral lo situaría en la irrelevancia si se cumplen los pronósticos demoscópicos que dan una amplia mayoría absoluta a la alianza del PP y Vox.
Por eso, Puigdemont lo fía todo al mediador internacional y deja abierta una negociación, la que versa de las competencias en inmigración para la Generalitat. En este asunto, criticó que los socialistas no pongan interés en alcanzar un acuerdo. Lo cierto, sin embargo, es que el acuerdo no se ha alcanzado porque el Ejecutivo se niega a dar competencias a la Generalitat en materia de expulsiones o de control de fronteras. De hecho, este disenso ha impedido que se registrara en el Congreso una ley orgánica antes del 31 de diciembre.
El presidente de Junts quiso zanjar la situación: «Queremos que sepan que estamos en un punto final», pero acto seguido pidió una reunión urgente con el mediador internacional, casi un punto y seguido, algo que sorprende porque esa reunión se celebra con discreción y sin avisar a la prensa una vez al mes, con Santos Cerdán como interlocutor del PSOE. Puigdemont ha obviado esta regularidad y ha exigido un encuentro urgente porque «como sabíamos que llegaríamos a un momento como este, queríamos que hubiese alguien que haya estado presente en todas las reuniones para que pueda decir si tenemos razón», explicó.
Junts considera incumplimientos que no se le aplique la Ley de Amnistía a Puigdemont –aunque está paralizada por los jueces–, que Sánchez no se implique en Europa para convertir el catalán en idioma oficial, que el presidente no se reúna con Puigdemont en Bruselas trasladando una imagen de «amnistía política» (aunque ayer Puigdemont negó que esta cita esté en sus reivindicaciones) y la ausencia de acuerdo en inmigración. Sánchez ya ha dicho que no tiene problemas en verse con Puigdemont, pero en Moncloa se considera que esta foto debe amparar pactos de calado, seguramente pensando en un acuerdo sobre Presupuestos. Tampoco el president Salvador Illa descarta verse con Puigdemont siempre que haya un orden del día definido.
De momento, tras reunirse con Oriol Junqueras, Puigdemont no consiguió construir un frente común del independentismo frente a Sánchez ni a Illa, pero la desconfianza entre los dos grupos separatistas que compiten por el liderazgo del movimiento impide que ambos dirigentes socialistas puedan aprobar los Presupuestos. Illa se mantiene prudente porque el empuje de la economía catalana ha hecho subir los ingresos de la Generalitat en unos 4.000 millones, el doble que en el gobierno de Aragonés. Desde el entorno del presidente socialista son optimistas: «Podemos no tener Presupuestos, pero sí recursos. Y los Presupuestos actuales no están tan mal y evitarían entrar en el zoco», en referencia a las exigencias de ERC y Comunes. Una curiosidad: Puigdemont no ha hecho referencia al Govern de la Generalitat, centrando su afán en el Gobierno de España.