"Si cierra la central nuclear de Almaraz tendremos que emigrar, yo con un hijo de dos años»
Hoy acontecerá algo inexplicable en la partida cacereña de la mancomunidad del Campo Arañuelo. Allí, esta mañana de enero irán de la mano altos dirigentes del PP y del PSOE extremeños, junto con representantes de Vox, regionalistas y alcaldes de todos los colores, marchando contra los planes del Gobierno de Pedro Sánchez de cerrar la principal industria de la comarca, que da sustento a buena parte de los jóvenes y a sus familias en unas localidades envejecidas por culpa de la despoblación rural.
Todos dejarán a un lado sus diferencias para caminar desde el Ayuntamiento de Almaraz hasta las puertas de la central nuclear que da trabajo a los municipios de la zona. Hasta 3.000 empleos están en juego, ya que más de 1.000 personas trabajan diariamente en la planta, que genera otros 2.000 empleos directos en la comarca, lo que la convierte en la segunda entidad por número de empleados de Extremadura.
Sin embargo, [[LINK:INTERNO|||Article|||644946347270b0e4f279ba90|||cada día que pasa quedan menos posibilidades de salvar la central y el «punto de no retorno» está más cercano]]. Almaraz, que junto con Trillo aprovisiona de casi el 50% de la energía a Madrid, será la primera en echar el cierre: el reactor I en noviembre del 2027 y el II, en octubre de 2028.
«Queda este trimestre o a más tardar el que viene para salvarla y si se sacrifica Almaraz el resto de centrales sufrirán y con ellas todo el sistema eléctrico», advierte Ignacio Araluce, presidente del Foro Nuclear, cargo que traspasará en marzo a Luis Soriano, hasta ahora director de la Asociación Mundial de Operadores Nucleares.
Pero para seguir operando «tendría que haber un cambio de política fiscal» porque la presión impositiva se ha disparado un 70% en los últimos cinco años, más aún con [[LINK:INTERNO|||Article|||667f18db2f08b0e4408ed221|||la subida del 30% de la llamada «tasa Enresa»]], hasta los 10,36 euros el megavatio hora (MWh) producido, que está recurrida en el Supremo.
La posibilidad, aunque remota, todavía es posible y dejaría incluso abierta la opción de que Almaraz operara hasta 2030 ya que, aunque los gestores de la central (Iberdrola en un 53%, Endesa en un 36% y Naturgy en un 11%) pidieron la revisión de la licencia para el plazo en el que está firmado su cierre, la licencia concedida contiene que se dan las condiciones de seguridad para que funcione tres años más, como explica Soriano.
De ser así, España dejaría de ser una excepción –junto con Alemania, donde el debate pro-nuclear se ha vuelto a abrir tras el cambio de escenario por el corte de gas ruso ante la invasión de Ucrania– y se engancharía a la «ola nuclear», que va desde EE UU, donde Donald Trump ha prometido impulsarla, a Japón, que tras superar el desastre de Fukushima cuenta con 33 reactores preparados, aunque solo están funcionando por ahora una docena, y tiene dos en construcción.
Como destaca la Agencia Internacional de la Energía, el ritmo de construcción de nuevos reactores atómicos, que representan una capacidad de 71 gigavatios, no se daba desde hace tres décadas, y ya hay más de 40 países con planes de desarrollo nuclear.
En este contexto, ¿tiene sentido el cierre de Almaraz y de las otras cuatro centrales? El alcalde de Belvís de Monroy y portavoz de la plataforma «Sí a Almaraz, sí al futuro» lo tiene claro. «Es un sinsentido y un desastre no solo por el tema económico, sino por el impacto que tendría en la despoblación. Casi el 80% de la gente que conozco trabaja para la central. Se supone que el ministerio que quiere cerrarla es de Transición Ecológica y también de Reto Demográfico. Nosotros sí luchamos por la despoblación rural porque esta central da trabajo a la comarca y tenemos convenios con institutos para formar a gente joven que luego se queda trabajando en la planta, entre el 70% y el 85% se quedan. Si se cierra Almaraz todo eso se perderá. Esos jóvenes tendrán que irse y hasta yo mismo, con un hijo de dos años, tendré que emigrar», reconoce Fernando Sánchez, que además de alcalde de Belvís es técnico en la central.
¿Adiós a los centros de datos?
Pero las consecuencias van más allá de la comarca. «Va a ser una catástrofe para toda Extremadura y para toda España. Tenemos que ser conscientes de que Almaraz genera el 61,5% de la energía de Extremadura y el 7% de la energía de España. Si queremos reindustrializar Europa, las industrias lo que buscan es una energía estable y eso te lo da la nuclear», añade Sánchez. Su explicación tiene que ver con los centros de datos enfocados al desarrollo de la Inteligencia Artificial que han surgido y se expanden no solo en Madrid, también en Talavera de la Reina o en Navalmoral de la Mata (Cáceres) y Valdecaballeros (Badajoz) donde Merlin Properties tiene previsto desarrollar dos campus.
«Esos centros no pueden estar ni una hora sin energía y esa seguridad te la da una central nuclear. Por eso, si cierra Almaraz, las nuevas industrias se van a pensar donde se tienen que ir para asegurarse el suministro y a Extremadura ya nos toca ir creciendo», reivindica el regidor de Belvís, del partido regionalista Levanta.
Lo que nadie entiende en la comarca, según asegura Sánchez, es el empecinamiento en el cierre cuando han cambiado las reglas con la invasión de Ucrania y la decisión europea de prescindir del gas ruso, y con 56 reactores al otro lado de los Pirineos. «Los nuestros son seguros. De hecho, Almaraz es de las tres centrales más seguras de Europa y de las diez más seguras del mundo, según los estándares internacionales».
Nadie en el entorno de Almaraz quiere pensar en el día después del apagón. «No sé qué haremos. La central deja en la Junta 100 millones de euros, pero para los ayuntamientos supone el 60% del presupuesto, con el que cubrimos las necesidades de la gente. Como la plantilla de ayuda a domicilio para nuestros mayores, que he tenido que ampliar» concluye el portavoz de una marcha cuyo eslogan bien podría ser «Es la economía y el pueblo, estúpido».