Martí fue un niño buscado. Sus padres, Sergi Loran y Firelay Carreras, lo tuvieron cuando su hija mayor Lucía, que ahora tiene 20 años, tenía solo tres. En su debut en la guardería, Martí ya dio señales de que su infancia no sería como la de otros niños. Empezaron las pataletas violentas sin motivo aparente y sus padres decidieron llevarlo a un especialista en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Allí le diagnosticaron un Trastorno del Espectro Autista (TEA) y le indicaron tranquilizantes. No había cumplido los cuatro años. Fue el inicio de un tortuoso camino hacia el «infierno» que vive actualmente esta pareja barcelonesa, de 51 y 49 años, respectivamente, totalmente incapaces de contener los continuos episodios...
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