El multazo que debe pagar Medvedev por su cruce de cables en primera ronda
Hace días que Daniil Medvedev no está en Melbourne, pero su paso por el torneo será recordado y no precisamente por el tenis que mostró en la pista. El rusó cayó en segunda ronda, pero ha vuelto a ser actualidad por lo que sucedió en su primer partido ante el tailandés Kasidit Samrej.
Ante el número 418 del mundo, Medvedev necesitó cinco sets para sobrevivir y durante el partido dejó uno de esos momentos que son relativamente frecuentes en su carrera. En un ataque de furia y totalmente desesperado rompió la cámara que se encuentra situada en la red y destrozó también su raqueta. Después, en la entrevista a pie de pista, tuvo otra de sus salidas de tono al afirmar: "Si Kasidit juega como ha jugado hoy podrá tener dinero, chicas, casinos...". En segunda ronda le esperaba Learner Tien, el 121 del ranking mundial. Ante el jugador de 19 años se despidió del torneo y lo hizo por la puerta de atrás. Ante Tien lanzó su raqueta contra las vallas publicitarias provocando daños en las mismas y decidió que no iba a comparecer en la conferencia de prensa después del partido.
La organización del torneo la ha endosado una multa de 74.135 euros, 36.000 menos que el total de lo que ingresó en la presente edición por su presencia en la segunda ronda. Medvedev deberá abonar algo más del 60 por ciento del total del dinero que ganó en Melbourne. El desglose de las cantidades es de 10.000 euros por la cámara destrozada en la red y 54.135 más por los incidientes varios y su negativa a presentarse ante los medios tras la derrota.
El triple finalista del Open de Australia y tres veces subcampeón ante Sinner, Nadal y Djokovic no ha podido terminar peor su paso por Melbourne. Medvedev llegaba a la capital del estado de Victore, después de haber sido papá por segunda vez y de haber pasado unas vacaciones con su familia en el sur de Francia. Fue el mejor fin de año posible después de una temporada que el mismo calificó de 6,5 sobre diez. Y eso siendo el número 5 del mundo, pero sus comportamientos en la pista y en las salas de prensa no hacían más que revelar su tormenta interior. Acabó el año sin títulos, cayó en numerosos torneos en las primeras rondas y comprobó cómo en los duelos directos con los mejores (Sinner, Alcaraz y un crecido Zverev) cada vez estaba más lejos. «Antes me sentía dominador ante la mayoría de rivales, pero esta temporada he tenido que sufrir para ganar a cualquiera. Quiero ser el número uno del mundo, pero no he jugado lo suficientemente bien para ello», aseguraba sobre el pasado curso. E iba más allá: «Ahora mismo veo que no tengo lo necesario para competir con garantías ante Jannik y Carlos, especialmente. Tengo que mejorar algunos aspectos, no tanto a nivel de táctica, sino en la ejecución de los golpes. Tengo que ser muy agresivo y reducir los errores. Construir una versión mejorada de mí mismo no va a ser sencillo, dudo que pueda hacerlo porque cuando tienes 28 años, cambios drásticos de ese tipo son complicados». Y su trayectoria en el Open de Australia ha estado muy lejos de rescatar su mejor versión.