«Del otro lado del charco»
Tal vez el mayor acercamiento a un perfil sociológico del dominicano es su condición de encontrar sentido del humor en casi todo lo que hace.
Esa peculiaridad al improvisar frases sarcásticas retrata y reconfigura situaciones hasta durante las más adversas circunstancias. Capaz, incluso, de redefinir sustantivos.
«Mataron al Chivo en la carretera»… celebramos tras el ajusticiamiento de Trujillo.
Al salón de la fama del béisbol, David Ortiz, les atribuimos la dependencia del plátano power.
El dinero es clavo, baro, Duarte, tolete, molongo, tabla, viruta… Y el pan que comemos «pan de agua». Para todo lechón tenemos la salsa.
Maestros meritísimos de Letras ponen en duda de la existencia de la Sinonimia. Por aquello de que no hay dos palabras que signifiquen lo mismo.
Pero, como hemos visto, esta teoría en nuestro país se queda en posición respetable y calificada, más no del todo compartida.
La Lengua siempre ha sido, es y será, sombra y espejo social. Los dialectos también. Un modo de hablar, irrealizable de forma inmediata.
En este contexto se inscriben los antecedentes de la literatura de humor. Con Juan Antonio Alix, compositor de rimas en lenguaje campesino del Cibao. Famoso por «El Follón de Yamasá».
Leonel Concha enseñó a vivir «La vida en broma», desde la legendaria columna diaria «Gazapos».
Sin embargo, Mario Emilio Pérez es considerado el mejor escritor de humor de nuestra literatura. Ocho títulos publicados.
Sin proponérselo, los antes mencionados, trazan el camino inconsciente que sigue la discursiva de Ana María Castillo, en su primer libro: «Del otro lado del charco».
Texto y gramática sin rebuscamientos. De amena lectura. Historias familiares en que la autora aprovecha ese sentido del humor criollo «de pura cepa», para adentrarse en los tramos de la cotidianidad, con graciosa agudeza.
Desglosa con gracia esos momentos de tensión e incertidumbre que se vive tras, y en medio del codiciado «sueño americano». Hilvana incluso sus propias vivencias a través de la sencillez expresiva. Entrega al lector lo mejor de sí en 24 historias vívidas; breves e impactantes. Inspirando relajación y disfrute, característica principal de este tipo de literatura.
Reconforta aún más la pulcritud de la presentación. El manejable formato 8×5”, cubierta a todo color. A esto se agregan las valoraciones del prologuista, José Rafael Sosa.
«Nos da una proyección real y positiva como comunidad nacional».
Pero si bajo dudosa interpretación, en «Del otro lado del Charco» faltara algún otro detalle, el trazo suelto y dinámico de Cristian Hernández, sus caricaturas, complementan la chispa que enciende esta «diaspórica» experiencia. Y como «ñapa», un glosario definitorio de términos de valiosa consulta aclaratoria.
Convoca a rememorar la benemérita frase del famoso spot que declara: «¡Somos un país muy especial!».
Tan especial como esta sátira metafórica que al leerla nos deja inmersos en un charco de emociones y residuos de insuficiencia.
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