¿Es bienvenido el canciller de Trump?, por Mirko Lauer
El anunciado viaje del secretario de Estado Marco Rubio a América Latina, en realidad, es sobre todo un viaje a Panamá, con algunas ramificaciones. Acaso será el primer intento de calmar las aguas y hacer control de daños en la región, cuyos excancilleres ya se han declarado a favor del gobierno panameño. Son dos los gestos de Trump que Rubio debe pasar por agua tibia.
Uno es la amenaza de liquidar el tratado Torrijos-Carter de 1977, con el argumento de que existe un control de China sobre el canal. El otro es una frase pomposa de Trump de hace unos días: “Ellos [América Latina] nos necesitan. Nosotros no los necesitamos”. Alguien dirá que, si no nos necesitan, ¿por qué nos envían a su secretario de Estado?
Son varias las miradas esquinadas sobre incomodidades para Washington al sur del Río Grande. Una es, en efecto, la creciente presencia de China como socio comercial. Otra es la tradición militar soviético-rusa en el Caribe, iniciada en 1960. Luego está el activismo de Brasil en el club BRICS, un neoalineamiento más próximo a Beijing-Moscú que a Washington.
En otras palabras, la gira no puede empezar realmente hasta que se llegue a alguna forma de acuerdo con Panamá City. Como ha puesto las cosas Trump, eso se tiene que lograr con un retroceso yanqui. ¿Cuántas de esas reculadas va a tener que administrar Rubio? Ya hay una media docena de casos similares sobre el tapete, en varios continentes.
Por suerte para el secretario, Trump parece haberse reservado los temas más importantes, como la relación con Vladimir Putin (viene con negociación de Ucrania) y ajustar las clavijas a los europeos en varios sentidos. Si sumamos a Canadá a esas inquietudes, tendremos algo así como "full hemisferio norte". Es muy poco probable que Trump nos visite pronto.
Donde Trump va a aterrizar, de todas maneras, pronto y de la mano de Rubio, es en Buenos Aires, donde Javier Milei ya está anunciando la separación de Argentina del Mercosur. Es en ese momento en que quedará trazada la línea divisoria entre gobiernos prochinos y gobiernos progringos. Es decir, el comienzo del fin de las posiciones intermedias en la cancha geopolítica.
¿Dónde está Perú? La posición frente a Caracas sugiere que Dina Boluarte va a seguir el camino MAGA que conduce a Washington, el tiempo que le quede.