La experiencia dice que sacar el tema de la política en la primera cita es arriesgado. No pocos solteros ilusionados con sus pretendientes han acabado y éndose de 'First Dates' compuestos y sin pareja por culpa de la incompatibilidad ideológica. Judith (47) y R amó n (48) ni siquiera habían notado química entre ellos cuando a él se le ocurrió mencionar que estaba afiliado a un partido. En ese momento, la velada dio un giro totalmente inesperado. Y no solo para los espectadores, también para la propia Judith . La soltera, programadora informática de Barcelona, llegó al restaurante de citas de Cuatro la velada del viernes 24 de enero, dispuesta a «vivir el amor en toda su expresión». Durante su presentación, le contó a Carlos Sobera que lo ha pasado muy mal en la vida, pero le encontró sentido gracias a las matemáticas. «A los 35 años me di cuenta de que lo que me pasaba es que tenía una depresión. Y empecé a interesarme por el budismo, y ahora mi espiritualidad tira hacia el cristianismo», desarrolló. En el plano terrenal, buscaba un hombre «muy varonil y seguro de sí mismo». Una descripción que, según ella, no encajaba con la primera impresión que le causó Ramón . A él, en cambio, su le encantó. «Es muy guapa, tiene unos ojos muy bonitos», señalaba. Una vez sentados en la mesa, rompieron el hielo charlando sobre sus respectivas profesiones. O más bien, Ramón lo hizo, pues a Judith le daba pereza prodigarse demasiado en explicaciones. A diferencia de ella, el soltero reveló que se dedica a la música. Y no solo eso, también especificó que era especialista en sardanas, una información que dejaba a su pretendienta totalmente alucinada. «Es la primera vez que oigo que alguien toca las sardanas. Se considera la música popular de Catalunya y creo que es lo menos popular que hay en Catalunya», espetaba ella. A la mitad de la cena todo parecía indicar que no tenían nada en común. Hasta que Ramón planteaba un tema bastante menos prosaico. «Yo soy muy tímido, me considero una persona muy tímida, pero cuando cojo confianza no tengo problema en sacar cualquier tema. No me saques de fútbol, que de fútbol… no me gusta fútbol», arrancaba diciendo el soltero antes de profundizar. Acto seguido confesaba que «estoy afiliado a un partido político, pero... No lo voy a decir». Al segundo cambió de idea. «Vale, te lo voy a decir, es de... es Ciudadanos», revelaba dubitativo. «Pero entonces entiendo que eres de derechas. Yo también. Siempre he sido de izquierdas, pero fui virando», coincidía, por su parte, Judith . Contra todo pronóstico, la política esta vez cambió el rumbo de la cita, pero para bien. «El hecho de que seamos los dos de derechas es curioso, porque hablar de la política, depende en qué sitios, es como una especie de tabú. Coincidir con una persona en la que puedes hablar de política, hasta el nivel de donde yo sé y del mismo color, pues también te da esa tranquilidad de poder expresarte y ser tú», declaraba el soltero, encantado. Resultó, además, que coincidieron en otro punto importante: la religión. Tras averiguar que ambos eran de derechas, fue quien preguntó si creía en Dios. «Yo creo. Lo que antes no le llamaba Dios, yo le llamaba Universo», explicaba él, dejándola asombrada. A ella le había ocurrido lo mismo. Es más, los dos practicaban la fe de la misma manera. «Rezo por las noches y leo la Biblia, pero no voy a la Iglesia», manifestaba Ramón . Todo el desinterés que Judith experimentó por Ramón al principio de la velada se había transformado en ilusión. «Encontrar a alguien así es muy difícil, y que no esté adscrito a ninguna iglesia, más difícil todavía. Es lo que más me ha gustado. Ha sido una sorpresa», expresaba, anticipando la decisión final. No quisieron dejarse escapar.
