En enero se cumplieron 20 años de la muerte de Guy Davenport (1927-2005), a quien su traductor mexicano, Gabriel Bernal Granados, considera uno de los mejores escritores estadunidenses de la segunda mitad del siglo XX, amigo de Ezra Pound y Cormac McCarthy, y admirador de Balthus, uno de los pintores más censurados hoy y cuyos aniversarios de nacimiento y muerte serán en febrero.“Su obra no recibió la atención que merecía porque él no se promovía. Era muy discreto, muy privado, llegó a escribir que él prefería, como Plutarco, ser un intelectual de provincia, que vivir en una gran ciudad y comportarse como un intelectual de una gran ciudad”, comenta en entrevista con MILENIO Bernal Granados, quien hace justamente también dos décadas publicó su traducción al español de un libro delicioso y erudito de Davenport, Cuaderno de Balthus, en la editorial independiente Libros del Umbral (2005).El autor de Leonardo da Vinci. El regreso de los dioses paganos recuerda que Davenport se sentía muy identificado con Michel de Montaigne, quien decepcionado de la vida cortesana, regresó a su provincia.“Davenport tiene un ensayo maravilloso sobre Montaigne que fue una de las primeras cosas que traduje de él en 1992 o 93. Él se sentía identificado con esas figuras, con esa forma de ejercer la inteligencia desde la periferia que te quitaba cualquier condicionamiento y que te permitía crear en libertad. Escribir en libertad, que yo creo que eso era lo que él buscaba. Davenport nunca fue un escritor de rebaño”, explica Bernal Granados cuyas traducciones del estadounidense lo llevaron a escribir obra propia.El poeta, narrador y ensayista mexicano ha dado a la luz traducciones de siete obras de Davenport desde 1999, principalmente en editoriales independientes: El museo en sí. 19 ensayos sobre arte y literatura (Aldus, 1999/Pre-Textos, 2006); La muerte de Picasso (Verdehalago, 2000); Objetos sobre una mesa. Desorden armonioso en arte y literatura (FCE/Turner, 2002); Cuaderno de Balthus (Libros del Umbral, 2005); ¿Qué son las revoluciones? Y otros ensayos sobre arte y literatura (Libros Magenta, 2009); La sonata Concord (Libros Magenta, 2012); La inteligencia de Louis Agassiz (Libros Magenta, 2013).En la década de 1980, Davenport publicó una colección muy importante de ensayos, La geografía de la imaginación, y recibió un premio nacional de la crítica al mejor libro publicado de no ficción, un volumen “muy deslumbrante”, según Bernal Granados, que lo mostraban como un hombre de una gran erudición y sensibilidad y que lo vinculaba con el periodo modernista de las artes y letras en Occidente. Modernista tardíoDavenport había conocido al poeta Ezra Pound en la década de 1940, lo visitó en el hospital de St. Elizabeth's y se volvió muy cercano al poeta y uno de sus discípulos; también lo ayudó a conseguir las firmas que permitieron que Pound saliera del manicomio donde fue recluido al finalizar la Segunda Guerra Mundial, acusado de traición a Estados Unidos por apoyar a Benito Mussolini y al fascismo.“Davenport ha escrito páginas esclarecedoras sobre el caso de Pound, el juicio que se le llevó a cabo por traición a la patria, una cosa muy delicada, que pudo haberle costado a Pound la vida misma”, dice el traductor.Bernal Granados explica que Davenport está por eso muy vinculado con ese periodo y se le consideraba como un modernista tardío. Su primer gran libro de cuentos, Tatling!, se publica en 1974, motivado por otro gran poeta amigo suyo, que era Louis Zukofsky (1904-1978). “Davenport se volvió una persona muy cercana a los sobrevivientes de las vanguardias en Estados Unidos, del High Modernism. Después de la publicación de La geografía de la imaginación, para darte una idea de cuál era su rango, Cormac McCarthy se quedó muy sorprendido con este libro y lo fue a visitar a su casa en Lexington, Kentucky. Y se hicieron muy amigos. Acaba de salir un artículo (en el New York Times) donde se habla de esta relación que tenían; uno no pensaría que un escritor como McCarthy pudiera estar tan interesado o pudiera sentir asombro y deslumbramiento frente a un gran estudioso de la poesía norteamericana, y gran renovador de la prosa ensayística en EU”, cuenta.Bernal Granados comenzó a traducir a Davenport en la revista Mandorla de Roberto Tejada, que de un viaje a EU le trajo después el libro de ensayos del estadunidense Toda fuerza deviene forma.“A partir de ese libro me enamoré de este escritor y comienzo a traducirlo”, comenta el ensayista y crítico literario, quien confiesa que, como escritor, se formó en la lectura y traducción de Davenport.Después, trabajó en una antología de sus ensayos, El Museo en Sí, 19 ensayos sobre arte y literatura.“Yo había dejado la universidad por razones personales y lo que se convirtió en mi universidad fue ese libro, esa traducción, esos 19 ensayos sobre arte y literatura que yo seleccioné a partir de La geografía de la imaginación; sucedió algo también muy bonito a partir de este trabajo y muy importante para mí: conseguí la dirección de Davenport a través de Roberto Tejada y a través de Elliot Weinberger, que era amigo suyo y quien le había recomendado este ensayista a Roberto. Comenzamos a cartearnos desde que lo empecé a traducir hasta su muerte en 2005”, explica Bernal Granados con cierta pesadumbre.Reconoce que publicar Museo en sí le costó mucho trabajo, incluso se lo presentó a Adolfo Castañón en el Fondo de Cultura Económica y lo rechazó sin darle explicación. Admite que muy poca gente conoció el libro en el medio intelectual mexicano, pero que quienes lo leyeron cuando se publicó en Aldus, editorial independiente ya desaparecida, causó “asombro, perplejidad y aplauso de la crítica”.“Davenport concibió la escritura más allá de los géneros, más allá de la novela, el cuento, la poesía. Y el lugar donde hizo coincidir todas esas posibilidades de la escritura es en el ensayo; sus ensayos son, no una mezcla, sino posibilidades de llevar la reflexión por estas vías o hacer encarnar el pensamiento a través de estas vías. Su prosa ensayística tiene momentos donde hay aforismos con la intensidad del poema, siempre está presente la sensibilidad del poeta que encuentra esta forma para manifestarse. “Dijo Alfonso Reyes que el ensayo era el centauro porque tenía parte de poesía, parte de narrativa, parte del tratado, en Davenport todo esto es muy claro y los temas que él sujetaba o vislumbraba con una profundidad encantadora, por una parte, pero también deslumbrante por la enorme erudición que tenía, siempre sazonaba esa erudición por una gran sensibilidad. No era un erudito a la manera de George Steiner, contemporáneo de Davenport, porque en Steiner hay cierto acartonamiento”, añade. bernal Granados sostiene que Davenport corrió muchos más riesgos como escritor y, desde luego, los poetas que a él le interesaban no eran los del mainstream, sino aquellos que habitaban en esta forma de periferia que no había conocido el éxito de las editoriales grandes que pueden acercar al autor a muchos más públicos.Y tampoco en la pintura Davenport estaba con el mainstream, una muestra fue su interés por Balthus, aunque Bernal Granados comenta que en la correspondencia que mantuvieron, el estadunidense también era artista plástico, le dibujaba algo relacionado con pintores que tenían una efeméride ese día.La traducción de Cuaderno de Balthus se publicó pocos meses después de la muerte de Davenport, en la editorial de Jaime Soler Frost, Libros del Umbral, sello independiente que por desgracia desapareció.“Es un cuaderno de apuntes, que no de ocurrencias, porque se trata de una prosa muy decantada. En El museo en sí aparece un acercamiento a la pintura de Balthus a través de una serie de parágrafos isométricos, fragmentos de prosa, son bloques de prosa que tienen exactamente la misma extensión”.“Esa forma de acercarse a su obra a través de bloques de prosa que podrían ser considerados como poemas, no solamente por el lirismo que está contenido entre sus líneas o en sus líneas en su visión de la pintura, haz de cuenta que son sonetos, están escritos con ese mismo rigor, pero visto a través de la prosa, del prisma de la prosa. En Cuaderno de Balthus hay una liberación de la forma”, añade el crítico. ¿Por qué sería necesario leer hoy a Davenport?Es uno de los grandes ensayistas, no me gusta el término ensayo. Es un ensayista, un cuentista, un poeta. A fin de cuentas, en él es lo mismo. Escribiendo en ensayos, se manifestó como poeta, a veces como narrador o gran conocedor, como un hombre con cierta erudición, pero que no le interesó hacer demostraciones. La suya es una gran lección de estilo para las nuevas generaciones. Me parece lamentable que la obra de Davenport no esté circulando de manera más natural en un país como el nuestro, donde sigue habiendo esta hambre y esta sed de innovación, esta necesidad de refrescar las formas, esta necesidad de combatir lo convencional o lo conservador en el arte.Las nuevas generaciones recibirían una enorme lección, no solamente de cómo escribir o de cómo aproximarse al arte, sino de cómo ser escritor en un medio tan difícil, tan hostil, como es el medio literario y artístico mexicano. Es la elección, no de la fama, sino de la obra. Uno de los grandes problemas que se le presentan a las nuevas generaciones de escritores en México, es que todos quieren ser escritores, pero muy pocos quieren escribir. En estas nuevas escuelas de escritores parece que lo que te están enseñando son relaciones públicas muy efectivas y eficaces para ganar premios, antes que enseñarte a elaborar una obra sólida y que esté fuera de estos círculos de consenso y premiación, y de entender la literatura como rebaño. Davenport siempre estaba fuera del rebaño, habitando la periferia”.¿Qué se puede decir de Davenport frente a la censura?Lo que un autor o un artista como Davenport tiene que decir a las nuevas generaciones es que arte y libertad no están disociados, forman un núcleo de cooperación, y que la sensibilidad, la erudición y la creatividad se pueden mover solamente en ese enorme rango. Todavía no alcanzamos a vislumbrar los alcances de esa cosa horrible y perniciosa llamada “cultura de la cancelación”, que precisamente tacha ese rango de libertad, esa posibilidad de comprensión de lo anómalo a través de la sensibilidad y a través, desde luego, del conocimiento erudito que Davenport. La creación solo es posible en ese rango irrestricto de libertades que te da la imaginación. Hay que tener mucho cuidado con esto de la cancelación, de la censura, porque se comienza a parecer a formas inquisitoriales de ejercer la ignorancia, y un autor como Davenport es lo opuesto a la ignorancia. En él hay una enorme curiosidad.