El eclipse total que sumergirá España en la sombra un único minuto
España será el único país, con una pequeña porción de Islandia, donde podrá verse en todo su esplendor, pero para poder disfrutarlo harán falta gafas, una cámara digital o un telescopio: "Ni se te ocurra mirar al Sol directamente, podría causarte daños irreparables en la retina"
Tres superlunas, dos alineaciones planetarias y tres eclipses, fenómenos astronómicos que se esperan en 2025
El 12 de agosto de 2026 podremos disfrutar del evento astronómico por excelencia: un eclipse total de Sol. Y España ocupará un lugar más que privilegiado, siendo el único país, junto con una pequeña porción de Islandia, donde podrá verse en todo su esplendor. La ocultación completa será visible desde la zona norte de la península ibérica y las islas Baleares.
Un eclipse de Sol ocurre cuando la Luna se interpone entre la Tierra y el propio Sol. De esta manera, el satélite terrestre nos hace sombra y cubre el planeta de oscuridad.
Dependiendo de las posiciones relativas de los tres astros en juego (Tierra, Luna y Sol), el eclipse solar puede ser parcial, anular o total. En el caso de un eclipse total, la Luna tapa a la perfección el Sol y esto puede ocurrir por una casualidad cósmica: el tamaño aparente de ambos astros, Sol y Luna, es aproximadamente igual visto desde la Tierra. Además, la Luna es unas 400 veces más pequeña que el Sol y está unas 400 veces más cerca de la Tierra que él.
En el caso de un eclipse anular, la Luna no tapa por completo el Sol, dejando un anillo luminoso alrededor, y en el caso del eclipse parcial, solo una porción del Sol se oculta.
El eclipse total del 12 de agosto de 2026 durará tan solo algo más de un minuto, en los lugares más privilegiados, y ocurrirá cerca del ocaso, así que debemos estar atentos.
Ni presagios de los dioses ni catástrofes naturales
En numerosas civilizaciones antiguas –mayas, aztecas, chinos, mesopotámicos, egipcios, etc.–, un eclipse de Sol constituía un mal presagio.
Al pensar en un eclipse, a muchos nos viene a la mente la película Apocalypto, dirigida por Mel Gibson, en la que (atención, espóiler) un eclipse total de Sol es crucial para la supervivencia del protagonista. Pero nada más lejos de la realidad: los eclipses tanto lunares como solares son meramente hechos astronómicos sin demasiadas implicaciones, más allá de su belleza.
La palabra “eclipse” deriva del griego ekleipsis y significa “desaparición”, haciendo referencia a la desaparición momentánea de la luz, presagio de que algo “malo” iba a pasar.
De dos a cinco veces por año
La órbita de la Luna alrededor de la Tierra es un factor crucial para entender la frecuencia de los eclipses solares.
Aunque parece que la Luna y el Sol debieran alinearse cada mes durante la Luna Nueva, esto no ocurre siempre ya que la órbita lunar está inclinada unos 5 grados con respecto al plano orbital de la Tierra, conocido como eclíptica. Esta inclinación hace que la mayoría de las veces la Luna pase ligeramente por encima o por debajo del Sol desde nuestra perspectiva, impidiendo el eclipse.
Solo en los puntos donde la órbita de la Luna cruza la eclíptica, llamados nodos, puede ocurrir un eclipse solar, y solo si coincide con la fase de luna nueva. Este alineamiento especial, conocido como temporada de eclipses, sucede dos veces al año, pero dependiendo de las condiciones orbitales, puede haber entre 2 y 5 eclipses solares anuales, siendo más raros los casos extremos de cinco eclipses en un año.
El eclipse total de Sol más famoso de la historia (moderna)
Aunque parece que un eclipse solar detuvo la batalla entre Medos y Lidios en el 585 a. de. c., en la época moderna le quita el protagonismo otro. Por las consecuencias que tuvo, el eclipse más famoso de la era moderna es el que aconteció el 29 de mayo de 1919. Este evento permitió la comprobación de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, que le catapultó a la fama.
Según la teoría de Einstein, la gravedad de un objeto masivo, como el Sol, curva el espacio-tiempo, desviando la trayectoria de la luz que pasa cerca de él.
Durante el eclipse, los astrónomos Sir Arthur Eddington y Frank Watson Dyson aprovecharon la oscuridad momentánea para observar cómo la luz de las estrellas “cercanas” al Sol parecía desplazarse debido a esta curvatura gravitacional, también llamada lente gravitacional.
Las imágenes y mediciones confirmaron las predicciones de Einstein, revolucionando nuestra comprensión de la física y el cosmos.
¡No mire al Sol directamente!
Llega la hora de prepararnos para contemplar el eclipse. Ni se te ocurra mirar al Sol directamente, ya que esto podría causarte daños irreparables en la retina.
Para poder disfrutar del eclipse con seguridad existen diferentes alternativas. La primera de ellas pasa por adquirir unas gafas o cristales especiales que permitan mirar al Sol, pero hay que asegurarse de que sean homologados (deben estar certificados por la norma internacional ISO 12312-2). En todo caso, puede ocurrir que parezca que cumple la norma y no lo haga. Por ello, las asociaciones de astronomía y agencias espaciales aconsejan comprar este tipo de gafas a vendedores verificados y autorizados.
También se puede ver de forma indirecta si utilizamos una cámara digital o un telescopio con cámara digital, conectado a un ordenador, de forma que contemplemos el eclipse a través de la cámara o proyectado en una pared con el telescopio.
Pero como no todos tenemos un telescopio, la última alternativa consiste en construir una cámara estenopeica casera de una manera muy sencilla. La NASA, nada más y nada menos, nos puede guiar en su construcción.
Necesitaremos una caja de cartón (una caja de zapatos es perfecta), cinta adhesiva, papel de aluminio, papel blanco y un alfiler o aguja.
Los pasos a seguir son los siguientes:
- Realizar dos aberturas, no muy grandes, en un lateral de la caja.
- Cubrir una de ellas con papel de aluminio y hacerle un orificio con el alfiler.
- Abrir la caja y pegar el papel blanco en la cara interior opuesta a las aberturas.
- Cerrar la caja, colocarse de espaldas al Sol y mirar por la abertura que ha quedado abierta, tratando de que no entre la luz del Sol por ella. Para ello podemos ayudarnos de una tela opaca pero ¡ojo!, por el orificio del alfiler sí tiene que entrar luz.
- Observaremos la imagen del Sol proyectada en el papel blanco del interior de la caja y seguiremos el eclipse sin ningún problema ni peligro.
Así que, no nos dejemos llevar por leyendas antiguas y dispongámonos a disfrutar de este magnífico fenómeno astronómico.
Francisco José Torcal Milla es profesor titular del Departamento de Física Aplicada en la Universidad de Zaragoza.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leerlo aquí.