Hace poco volví a ver el video de aquel Milei que, roto en llanto, decía que Moisés era en realidad su hermana, y que él era Aarón, su divulgador. Lo había visto en su momento y quedé estupefacta, pero ahora, después de que en un año el falso divulgador de Davos arrasara con el Estado argentino, arruinara millones de vidas y diera muestras ininterrumpidas de desorden mental, me aterró.