«Ay, si los toros hablaran...» Cuántas veces lo escuchamos, pero a Vichanero ni falta le hacía tomar la palabra, porque ya lo hizo con su embestida. La soñada. La ideal para arrancar una temporada, la idónea para gozar con creatividad y frescura. Para deleitar. Y allí lo que deleitó fue el toro de Carmen Lorenzo, que pedía el regreso al campo. Pedía el público el indulto, se levantaba de su cntrabarrera Gonzalo Santonja cuando el presidente le decía a Sebastián Castella que había que matar. Porque el tiempo pasaba y los avisos llegaban. Extensísima había sido la actuación, pues ya cuajó una faena con el capote, variado y templado, aprovechando las bondades de l murube, al que despidieron con los...
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