La gala de los Goya es como las palomitas de maíz: uno, optimista, siempre espera de ellas que estén mucho mejor de lo que luego están y, aún sabiéndolo, no puede evitar caer una y otra vez. Esta vez no ha sido diferente, larga y tediosa como siempre (disculpen el eufemismo). Eso sí, este debería ser el año en el que cambien su nombre y pasan a llamarse, aunque sea de manera oficiosa, los Velázquez, como en aquella gloriosa parodia del gran Juan Carlos Ortega de la que ya es indistinguible. La cosa arrancaba con Luis Tosar cantando (mal) con otros actores la canción 'Bienvenidos'. Como pensé, optimista, que los guionistas no serían tan previsibles, juré a lo Escarlata O'Hara...
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