El Betis venía de ganar en Europa por tres goles y endosó, merecidamente, otros tres tantos a la Real Sociedad. Afrontaba el Betis su compromiso liguero después de que una buena parte de los equipos no hubieran pasado del empate en la misma jornada. Hasta cinco encuentros acabaron en tablas, lo que me suscita una reflexión. Pasadas aproximadamente dos terceras partes del campeonato, los equipos empiezan a notar el cansancio físico y psicológico. El ímpetu para vencer a toda costa decae y los jugadores se vuelven más conservadores: un empate no es un mal resultado. El equipo teóricamente inferior amarra el resultado, mientras el superior tampoco dispone de demasiadas energías, físicas y mentales, para doblegar al adversario. Pareciera que, antes...
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