En Mateos Gago, pasando la marea de turistas que se agolpa en las terrazas, está el Colegio Diocesano San Isidoro. Este centro de infantil y primaria con tan sólo 150 niños en sus aulas y un claustro que no supera la quincena, se ha convertido en la segunda familia de Inmaculada Álvarez y Gabriela, su hija de 12 años que cursa su último curso en San Isidoro. Tras el infortunio de padecer una fístula cerebral, dirección, profesores y padres del AMPA demostraron a madre e hija que los lazos que aquí se forjan trascienden más allá de las aulas y que en este pequeño colegio todos van a una. Unos dolores de cabeza de los que desconocían su procedencia fueron los que hicieron saltar las alarmas a los médicos de Inmaculada hace tres años. Tras una prueba TAC se pudo conocer que lo que estaba detrás de sus migrañas era una fístula cerebral , una conexión anormal entre las venas y arterias. En su caso, se trataba de un grado 4 sobre 5 y su localización -en el centro del cerebro- hacía que fuera inoperable y que su única opción fuera una embolización mediante cateterismo, para evitar así que sufriera un derrame cerebral. La complejidad del caso de Inmaculada provocó que los médicos no se atrevieran a intervenir , ya que el riesgo era incluso mayor que la hemorragia que podía sufrir. «Dios me va ayudar», se repetía Inmaculada, cuya mayor preocupación era su pequeña de 9 años. Un largo proceso de tres años, en los que el colegio siempre ha sido un pilar fundamental. «Les estaré agradecida de por vida», declara a ABC esta madre sevillana que con pena dirá adiós al centro en próximo septiembre, cuando Gabriela comience secundaria. Del colegio de su hija, Inmaculada no sólo resalta su nivel educativo sino los valores que se transmiten. El lema de este año es la 'Esperanza'; la que nunca faltó ante la enfermedad de Inmaculada . Mientras intentaba seguir con su vida con esa 'nube', que rondaba permanentemente en su cabeza, la fístula le provocó una hidrocefalia complicando aún más su salud y siendo necesaria una intervención de urgencia. En Sevilla, los neurólogos intervencionistas - su ubicación hace que sea imposible eliminarla mediante cirugía- no habían realizado una intervención de este tipo antes, por lo que contarían para ello con uno de los mayores exponentes de esta especialidad en España. No obstante, sólo podrían deshacerse de la fístula si intervenían a Inma mínimo tres veces, con opción de llegar a las cinco intervenciones. Algo que aterraba a Inmaculada pero que no podía de hacerse de otra manera y que comenzaría en septiembre de 2024. Al contarle la situación a Almudena Abaurrea , directora del colegio, uno de los 'ángeles' de Inmaculada, esta le ofreció toda la ayuda posible con Gabriela durante el duro proceso. En el colegio se volcaron con la familia e incluso se organizaron misas para pedir por la salud de Inmaculada. La preocupación de esta madre por dejar atrás a su hija hizo que investigara a fondo sobre su condición. En una de las muchas búsquedas por Internet, Almudena descubrió que el experto que se uniría al equipo sevillano para sus posibles cinco intervenciones era «discípulo» de René Chapot , el máximo exponente de occidente en neurorradiología intervencionista . Un médico francés formado en Japón y que tiene su sede en Essen, Alemania, aunque viaja por todo el mundo y al que Inmaculada califica como «un enviado de Dios». Tras ponerse en contacto con su hospital, el especialista concretó una videoconferencia con ella, donde tras conocer su caso le aseguró que le curaría «en una sola intervención». Se trataba de una intervención arriesgada, pero la posibilidad de tener que entrar a quirófano cinco veces le parecía más. Aunque la intervención estaba prevista para el 11 de septiembre, Inmaculada terminó viajando a Alemania una semana después, ya que quería estar en el primer día de curso de Gabriela. Durante su estancia y la de su marido en Essen, en Mateos Gago se organizaban cadenas de rosarios entre los padres que juntos viajaron a Fátima e incluso el profesorado se ofrecía a cuidar de la pequeña. «Todo el mundo me abraza en el colegio. Son mi familia mamá», tranquilizaba Gabriela a su madre. La operación fue todo un éxito e Inmaculada superó el riesgo de vida o muerte con el que llevaba viviendo tres años . «Es usted un ángel», le dijo a Inmaculada al médico que le salvó la vida. «Sólo soy un mero siervo, una herramienta para ayudar a las personas« le respondió Chapot. Con alegría, muchos rezos en su honor e incluso la medalla de la abuela de una de las profesoras de Gabriela, Inmaculada volvió al barrio de Santa Cruz desde donde siguieron minuto a minuto las noticias de Alemania. Nunca olvidará el cariño recibido en todo el proceso de su enfermedad. «Me da pena que los sevillanos desconozcan este centro. Mi hija no tendrá piscina y pistas de pádel, pero pasa todos los días por la Catedral ». Reconoce que si pudiera, Gabriela estudiaría toda su etapa escolar en el Colegio Diocesano San Isidoro, un sentimiento que comparten muchos otros padres. «Si Juanma Moreno conociera este colegio, buscaría lo necesario para que estos niños continuaran aquí», asegura esta madre agradecida.
