La agricultura de un país puede suponer una parte imprescindible de su economía, de abastecimiento de alimento y otros recursos. En España, el pasado año se dieron varias huelgas y manifestaciones por las políticas agrarias restricticas que puso en marcha la Unión Europea. Las principales quejas de los agricultores fueron la sensación de abandono por parte del Gobierno y los consumidores españoles, la presión económica, la competencia desleal o la falta de reconocimiento al trabajo del campo. A pesar de que esas manifestaciones pararon tras dos meses de movilizaciones, este sector de la industria agraria sigue enfrentándose a desafíos y retos de forma constante en nuestro país. Así lo ha reflejado un agricultor de Valencia que ha querido compartir su caso concreto comercializando sus mandarinas y narajanjas. Lo ha hecho a través de un vídeo de TikTok en el que ha desglosado el beneficio de su cosecha y los gastos que conlleva hacer que esta fruta llegue del campo a las casas de los consumidores. Según cuenta, él ha puesto a la venta sus cítricos a un euro a través de internet, concretamente desde la web lasnaranjasdemiabuelo.com, la cual indica que pone en contacto directo al consumidor con el agricultor. «En total había facturado 7.600 euros. Con esos 7.600 euros, como era por la plataforma de shopify, se ha llevado por la pasarlea de pagos un 2%: 230 euros. Salimos a partir con 7.370 euros», comienza diciendo el agricultor, que continúa desglosando todos los cargos a los que ha tenido que hacer frente para vender su fruta. «GLS, la empresa de envíos, me ha cobrado 4.100 por los envíos, tenemos 3.200. A estos, hay que restarle 480 euros de los cogedores, 200 para alquilar una furgoneta porque eran muchos kilos, tenía que transportar 4.000 kilos. Sigue 430 las cajas de 'cuidaelcampo', 820 la manufactura, yo solo no llegaba a poner todas las naranjitas en cajas y enviarlas, entonces pues tuve que contratar... Bueno, me ayudó 'cuidaelcampo', la gente, que organice, ponga las cosas en cajas, todas las etiquetas y tal, vale 820 euros, al final es tiempo y hay que pagarlo », sigue explicando. Al final indica que en total le quedaban 3.200 menos 1.910, lo que es lo mismo: 1.290 euros de beneficio después de los pagos que ha contado. El agricultor también señala que le ha ayudado su familia en el campo para abaratar costes de mano de obra, quejándose de que su tiempo no se paga, que no lo tiene en cuenta. «4.200 kilos de naranja partido por 1.290 euros: se me queda a 30 céntimos el kilo de naranja . A 30 céntimos», expresa, reconociendo que tanto esfuerzo al final no le ha srvido para conseguir apenas beneficio por sus mandarinas o naranjas, y añade más gastos: «Aparte, me ha tocado hacer devoluciones, o sea, esos 290 euros fuera. Se me han quedado 1.00 euros limpios y ahora tengo que comprar el nitrógeno para los árboles que son 200 euros, tengo que comprar el sulfato para abonar, son 300 euros más, ya son 500 euros, me quedan 500 euros de 4.000 kilos », termina diciendo, reconociendo que no le ha salido «tan bien como pensaba», que «el margen del agricultor tiene que ser más alto» y que la empresa de envíos le ha cobrado demasiado. El agricultor termina con la reflexión de que «no es fácil» dedicarse a ello e intentar que el producto nacional llegue al público igual que otros de la competencia extranjera, sin permitir que el trabajador del campo en España tenga apenas beneficios. «Para que tengáis en cuenta que yo recibiendo a 30 céntimos la naranja, tienes que manufacturarla, tienes que ponerla en cajas, tienes que enviarla... Todo eso vale dinero y ese dinero se tiene que soportar de alguna manera , al final, esta vez lo he tenido que soportar yo con el precio, yo soy el agricultor, o sea, imaginaros lo que tiene que sufrir también la industria, o sea, ¿cómo de recortada está la industria en todos los sentidos?» Reflexiona. Por otro lado, el agricultor reconoce que aún con todos los costes que tiene que asumir, él está dispuesto a sacrificarse para que la gente quiera «consumir lo nuestro».
